“Entre los pecados mayores que los hombres cometen, aunque algunos dicen que es la soberbia, yo digo que es el desagradecimiento”. Empiezo con una frase escrita por el protagonista de esta noche, Cervantes, en su obra más importante: el Quijote. Y como invitado especial a su noche, no puedo sino hacerla también mía en su fiel significado. Gracias al Ateneo de Alcázar por invitarme a presentar al autor de lo que en esta Noche de la Poesía, oiremos y veremos.
En esta noche, el triángulo necesario para que la poesía, el arte que emplea la palabra escrita como medio de expresión, el autor, su obra y el lector, van a estar presentes, se lo aseguro.
Aunque al autor aún lo están buscando entre unos muros del convento de las Trinitarias en Madrid. ¡Y esta vez lo encuentran, no les quepa la menor duda, pues la literatura española no puede tener perdido entre unas losas o paredes a su autor más importante!. La indiferencia social, impedimentos oficiales o religiosos, o la incapacidad técnica de atrás, parecen haberse esfumado, y el profesor Etxeberría ayudado por medios electrónicos de nueva generación, antes era un pico y una pala, son una garantía de éxito en este proyecto. ¡Si el Manco de Lepanto está, lo van a encontrar!.
Yo, voy a representar al lector, a quién el autor aspira dirigir su obra.
Cervantes, después de hacer la “dedicatoria” obligada a su mentor, duque o conde, comienza su prólogo dirigiéndolo a su “Desocupado lector…”. El autor sabe muy bien a quién dirige su obra, a su lector. El lector, el lado cómodo del triángulo, pues mientras al autor le lleva días, meses o años componer la obra, el lector la toma y la deja, la lee o la relee cuando quiere.
Represento aquí a los lectores de la obra de Cervantes, fundamentalmente de la más conocida y una de las obras de literatura más leídas en el mundo: el Quijote. Pero en España desgraciadamente, en un sinsentido que nadie propuso, nadie defendió y nadie sabe por qué, la hemos metido en el cajón del olvido educativo. Es envidiable ver cómo en muchos países, y no solo de lengua española, siguen manteniendo el Quijote como obra de referencia en sus sistemas de educación. Pero ni un ministro de Cultura, el actual, de descendencia manchega, se ha “acordado” de abrir ese maldito cajón y volver a poner sobre la mesa “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”.
Estamos esta noche en la Mancha, en la tierra de uno de los personajes de ficción más importantes que la Humanidad ha conocido, en la patria de don Quijote, y como yo mantengo en mis trabajos de investigación sobre esta obra, en el mismo “Lugar de don Quijote”, que Cervantes no quiso acordarse..
Les quiero confesar que mi relación con el Quijote es quizás hasta genético. ¡No, no llevo el apellido Cervantes ni Saavedra!. El doctor Mazuecos decía que Francisco Rubio, que vivió en la Plaza de La Bolsa, se sabía el Quijote de memoria y que se dedicaba a recitarlo a quién se lo pidiese o como entretenimiento de los mozalbetes que a él se acercaban. Este alcazareño fué tiobisabuelo mío. No tengo la memoria de él, pero si el cariño por esta obra desde mi infancia.
Muchos de ustedes han leído una obra de literatura en verso o en prosa varias veces durante su vida, ¿Siempre le ha dicho su lectura lo mismo?, ¿Le ha emocionado igual? o ¿ Quizás, según la edad o el estado emocional en el que estaban en el momento de leerla le ha dejado un poso distinto?. Lo mismo me ha pasado a mí con el Quijote. Y también la he empezado y la he dejado a medias, y no tan a medias, al aburrirme, al no decirme nada su lectura. Y otras veces, especialmente la última que lo he hecho al completo, me ha vuelto a fascinar. Tardé en leerlo cuatro años. Y es que para leer una obra, y más esta, hay que meditar lo que el autor nos quiere decir.
Los que se acercan al Quijote, solo con el objetivo de pasarse un rato leyendo aventuras de un loco y un vecino haciendo de mal escudero, suelen caer en la decepción y en la crítica negativa. ¡¡No!!, y ahora comienzo a hablar del segundo lado del triángulo: la obra, el Quijote no es una novela de aventuras, ni siquiera eso quiso hacer Cervantes.
En el formato de una novela, de novela moderna, la primera y distinta a las anteriores escritas, que solo hacían sino copiarse el argumento unos de otros cambiando el nombre de los personajes, gigantes y princesas, Cervantes quiere criticar a la sociedad en la que está viviendo. Y lo hace con tanto ingenio que ni la poderosa y siempre presente en todo, la Inquisición, puso ni quitó una coma a su manuscrito. ¡Y criticó de lo lindo!
Como un genio del arte de la escritura que fue, supo representar en su obra lo peor y lo mejor de la condición humana de aquella sociedad. Para él, aquella injusticia social era debido a la soberbia, el odio, la envidia, la ira o codicia de muchos, y para contrarrestar estos “pecados” solo se podía esgrimiendo otras armas: el amor, la humildad, la ternura y el servicio a los demás, sin esperar nada a cambio. Y todo esto haciendo que su héroe dejase la comodidad de la casa y saliendo en ayuda de los pobres y menesterosos, se rebelase contra todo aquello que amordazaba a casi todos.
“El Quijote, para mí, es el mejor vínculo entre la literatura y la vida. Novela, si, pero una gran obra de humanidades sin duda, que representa a la condición humana en sus dos personajes principales: don Quijote y Sancho Panza. El velar y el dormir, el ayunar y el comer a carrillos llenos, lo profundo y lo sencillo, el sueño y la realidad. Posiblemente todas las personas nos levantamos por las mañanas “quijotes” y nos acostamos “sanchos”, o al revés. ¡Quizás, todos seamos un poco Quijote y un poco Sancho!.”
Y sin embargo, para otros muchos, el Quijote es una obra antigua y trasnochada. Para mí, que estos señores, que son los que posiblemente lo metieron en ese cajón que les he mencionado antes, no han leído jamás el Quijote.
Yo les recomendaría que lo intenten leer, o leer de nuevo si lo han hecho, y se paren en cada uno de los refranes de Sancho o sentencias de don Quijote, y crean que se encuentran, en lugar de principios del siglo XVII, cuatro siglos justos después. Y no se fijen en que nuestros personajes van sobre un viejo caballo y un pequeño y andarín borrico. El Quijote es tan actual, porque la condición humana no ha cambiado en cuatro siglos. Seguimos teniendo los mismos defectos y también sabemos las soluciones para evitarlos, pero para eso hay que ser ahora más que nunca unos “locos” como don Quijote y Sancho. Y tildo de loco a los dos, pues, ¿quién es más loco, el idealista don Quijote o Sancho que le sigue a todos lados dejando a su mujer y a su hijos, solo con la promesa de gobernar una ínsula?.
Y siguiendo hablando de locos y cuerdos. ¿Quién es más loco, aquel que sigue ciego a una sociedad que le marca todo lo que tiene que hacer, que lo minimiza hasta el extremo para aprovecharse de él, o el que se rebela ante tanta injusticia y se enfrenta a ella?.
¿No es una locura que una sociedad gaste millones de miles de euros en mandar una nave espacial a buscar vida a millones de kilómetros de nosotros, cuando se mueren miles de personas de hambre o de enfermedades como el ébola, por falta de unas pocas medicinas o de agua potable? ¿No es una locura las guerras actuales, en nombre de no se sabe quién o qué, y que solo se pretende gastar el armamento fabricado para beneficio de unos pocos? ¿No es una locura herir a nuestro planeta, sus océanos, sus montes, sus recursos, solo por la avaricia de unos pocos? ¿No es una locura que cientos de personas pierdan la vida a unos pocos kilómetros de las costas españolas ahogados, engañados por traficantes de personas como hace cuatro o cinco siglos?.
Para luchar contra aquellas injusticias que conoció Cervantes, hace que Alonso Quijano, venda casi todo lo que tiene en comprar libros, pierda el juicio, y loco luche contra ellas, pues cuerdo no lo haría. ¡Bien podría ahora estar aquí don Quijote, el “loco”, y arremeter contra tantas locuras actuales, ya que nosotros, los “cuerdos”, no nos movemos!.
¡Lectura antigua o trasnochada, dicen!. El pasado domingo día 17, leo en un periódico: “Las muertes de mujeres a manos de sus parejas o exparejas en lo que va de año superan ya a las de 2013 por estas mismas fechas, según el Ministerio de Sanidad”. Y este mismo lunes nos informan que en Pontevedra una mujer muere asesinada a tiros por su marido, y en El Campello un hombre asfisia a su mujer. En este año, ya 38 mujeres han muerto a manos de sus parejas o exparejas.
¡Que disparate que esto pase en nuestra sociedad!. ¿No es esto otra locura en una sociedad que decimos de cuerdos?
Aún hoy hay hombres que piensan que: “¡La mujer honrada, la pierna quebrada y en casa!” . Esta frase la escribió Cervantes en el Quijote, como crítica a lo que pasaba con las mujeres, hace ahora 400 años. Y el miedo o terror de muchas mujeres que viven la incertidumbre de cuándo van a recibir la siguiente paliza o lo que es peor, cuándo posiblemente de esa paliza pierda la vida. Es el mismo temor ya denunciaba Cervantes en el Quijote cuando escribía:
“¡Qué mucho que este recogida y temerosa la que sabe que tiene marido que en cogiéndola en la primera desenvoltura, la ha de quitar la vida!”.
¿Cómo es posible, que sigamos viendo, oyendo o leyendo en los medios de comunicación, un día si y casi otro también, que una mujer ha sido asesinada en manos de su pareja o expareja?
Aún necesitamos que don Quijote nos grite:
“Contra cuerdos y contra locos, está obligado cualquier caballero andante a volver por la honra de las mujeres, cualquiera que sean”.
Y les pongo un nuevo ejemplo de la actualidad de esta gran obra. Llevamos unos años de profunda crisis económica. Ya hemos oído multitud de análisis de su causa, que si la política de un lado o del otro, que si la prima de riesgo (se acuerdan), que si los mercados, que si el ladrillo, …
Para mí, esta crisis económica es fruto de otra crisis, y de mucha mayor importancia: la crisis de valores de nuestra sociedad y de los que la formamos. Especialmente en los valores de “algunos” de nuestros gobernantes o representantes, que en lugar de servir a la sociedad, se sirven o se han servido de ella.
En este país, cada cuatro años hay elecciones, ¿Podrán todos los elegidos, ¡todos!, una vez terminada su legislatura o mandato, decir lo mismo que Sancho Panza, cuando libremente quiso dejar de ser gobernador de Barataria, y sabiéndose honrado por su labor realizada, proclama: “Vuestras mercedes se queden con Dios, y digan al duque mi señor: desnudo nací, desnudo me hallo, ni pierdo ni gano; quiero decir, que sin blanca entré en este gobierno, y sin ella salgo, bien al revés de cómo suelen salir los gobernadores de otras ínsulas”?
¿Pueden decir esto mismo “todos” nuestros políticos, actuales o anteriores, representantes empresariales o sindicales, que a todas horas nos dicen que todos sus esfuerzos y acciones van encaminadas en nuestro interés? O por el contrario, a algunos, sólo les mueve la codicia y su propio interés, cómo al principio también así le sucedió al mismísimo Sancho Panza, cuando, poco tiempo antes de ser nombrado gobernador, en una carta a su mujer Teresa le dice: “De aquí a pocos días me partiré al gobierno, adonde voy con grandísimo deseo de hacer dineros, porque me han dicho que todos los gobernadores nuevos van con este mismo deseo”.
¡¡Y dicen que El Quijote es una obra antigua, rancia y difícil de entender!!, han pasado ya cuatrocientos años, y, ¿notan alguna diferencia con el día de hoy?
Hoy, quizás más que nunca, se necesita leer y volver a leer el Quijote, y sacar de la obra lo que el autor nos quiso dejar en herencia, su genialidad para expresar con palabras la condición humana, con sus flaquezas y sus grandezas. Hoy más que nunca se necesitan hombres y mujeres con una locura tan cuerda como la de don Quijote y Sancho. Quizás debiéramos quijotizarnos o quijotesanchizarnos todos un poco y rebelarnos, igual que el viejo Alonso, contra toda esta sociedad, buscando altos valores humanos e ideales de progreso, pero con los pies en el suelo, como también lo haría nuestro vecino Sancho con tal o cual refrán.
Y después de hablar un poco de la obra, pues interpretaciones sobre ella hay cientos, y cada lector puede hacer la suya, les voy a presentar al autor, el tercer lado que nos faltaba.
Uff!, presentar a Miguel de Cervantes. Esto para mí, es muy difícil, pues ante tantas y tantas biografías que de este genio español se han publicado, lo cierto y verdad es que hay muy pocos datos contrastados de su vida y la mayoría son mera fantasía de los biógrafos, pero aún siguen apareciendo documentos perdidos, como su estancia en la Puebla de Cazalla en Sevilla recaudando trigo y cebada para la Armada Real el año 1593, hace unas semanas.
Lo voy a intentar. Pero lo voy a hacer de una manera poco ortodoxa, pues no soy su biógrafo, solo un lector de su obra. Empezaré por su muerte, ya que en poco más de un año la conmemoraremos y terminaré por su nacimiento.
Les comenté que se están buscando sus restos en el convento de las trinitarias de Madrid, entre las calles de Atocha y Huertas. Hasta allí llegaron un 23 de abril de 1616, día de su entierro, no sabemos si también el día de su muerte como muchos han tratado de hacer creer para que coincidiese con el mismo día de la muerte de Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega. Ese día, cuatro hermanos terciarios franciscanos trasladan, desde su casa, su cuerpo amortajado con el sayal de san Francisco, y se lo entregan para su sepultura a las monjas trinitarias.
Cervantes muere un año después de la publicación de la segunda parte del Quijote en Madrid, villa donde estuvo casi los diez últimos años de su vida.
Llega a ella para instalarse definitivamente a finales del año 1606, donde la corte de Felipe III acababa de trasladarse desde Valladolid, contando con unos cien mil vecinos.
Un año antes, en 1605 veía la luz en la imprenta madrileña de Juan de la Cuesta, la primera parte del Quijote.
Cervantes, durante estos últimos años de su vida vive en varias casas, todas junto a una de las calles principales de Madrid, la calle de Atocha. Primero se aloja detrás del hospital de Antón Martín, cambiándose en 1609 a la calle Magdalena, muy cerca de la librería de Francisco de Robles, donde se vendía ya la segunda edición de El Quijote. Un año después era vecino de la calle de León, hasta que marcha a Esquivias en la primavera de 1611. Pero no tarda mucho en regresar a Madrid, llega en el frío Enero de 1612 a la misma casa nº 3 de la calle de León. En este mismo año se cambia a la calle de las Huertas, volviendo nuevamente a la calle de León, esta vez a una casa esquina con la calle Francos en el año 1615. Es en esta casa donde Cervantes muere después de ver como la segunda parte delQuijote ya era leído en Madrid y en el mundo.
A Madrid llega después de haber estado viviendo en Valladolid dos años, desde 1604, donde estaba ubicada la corte de Felipe III.
Una parte importante de su vida, Cervantes ejerce de comisario de abastos o recaudador de provisiones para la Armada. Desde 1587 a 1597 recorrerá lugares andaluces y manchegos, con constantes idas y venidas a Madrid. Establecido en Sevilla, se ocupa de comisionar aceituna, trigo y cebada para los barcos de guerra.
Cervantes deseaba ir a América, y suponiendo que sus méritos por los servicios prestados al rey de España, como soldado, le valdrían para ser destinado a algún cargo allí, lo solicitó durante esta época de funcionario. De alguna manera llegaría a sus oídos la noticia de las vacantes a diversos puestos en aquella llamada “Nueva España” y en 1590, quiso tomar la aventura de ir a aquellas lejanas tierras. Solicita le sea concedido el cargo de contador en la gobernación de la provincia de Soconusco, Guatemala, ahora estado de Chiapas en Méjico, o contador de galeras de Cartagena o corregidor de La Paz. Ninguno de los puestos le fue concedido.
¡Y por esta negación al puesto solicitado estamos hoy aquí, pues quizás de haberse ido Cervantes a América no hubiese escrito nunca el Quijote!
Durante esta etapa, en 1594 es nombrado recaudador de impuestos, los cuales tenía que cobrar prácticamente vecino a vecino, y en esta etapa es encarcelado en Sevilla en 1597, según parece por apropiación del parte de los impuestos recaudados. Es posible que en esta cárcel o en cualquier otra en la que estuviera, ¡parece que nuestro autor era un piececilla!, pudiese engendrar, como él nos dice, el Quijote.
Antes de este período como funcionario, posiblemente por un encargo de la viuda de Pedro Lainez, para ayudarla a publicar un Cancionero de su difunto esposo, se traslada a Esquivias, pueblo toledano cercano a Madrid, donde conoce a Catalina de Salazar, una joven de 18 años con la que contrae matrimonio poco después el 12 de diciembre de 1584. Poco duró la vida en común, pues Cervantes dos años más tarde comenzó sus viajes por Andalucía, pero sin Catalina.
Hasta esa fecha contrastada de su matrimonio, finales de 1584, Cervantes trató desde 1581 estar al servicio directo de la corona española. En Lisboa, donde se encontraba la corte española de Felipe II, le encargan una misión en Orán, de la que es bien pagado, y a principios de 1582 se trasladó a Madrid, donde tiene una hija reconocida con una mujer casada, ¡ya les decía yo lo de piececilla!, llamada Isabel de Saavedra.
Antes de esta etapa de funcionario, como escritor ya había publicado algunas obras, sin mucho éxito, nuestro autor es soldado, herido y encarcelado. Se lo cuento, pues Cervantes estuvo toda su vida orgulloso de participar en la batalla de Lepanto, como él la describe “la más alta ocasión que vieron los siglos, los presentes, y ni esperan ver los venideros”. El 7 de octubre de 1571 una flota cristiana, comandada por Juan de Austria, hermanastro del rey Felipe II, entró en batalla en el golfo de Lepanto contra la gran y temible flota turca, derrotándola y cambiando, seguramente, la historia del mundo.
En el barco donde servía ese día, la galera Marquesa, cae herido en el esternón y la mano izquierda por metralla de arcabuz. Su mano quedó anquilosada después de la curación en Italia, y de ahí es apodado “Manco de Lepanto”. Seis meses de baja en un hospital militar y continúa su carrera de soldado en otras campañas y en Italia hasta 1575.
Y en septiembre de 1575, regresando a España y estando muy cerca de sus costas, frente a la actual Costa Brava, la galera Sol, en la que venía, es asaltada y atrapada por unos barcos turcos, trasladándola a Argel. Hecho prisionero, pasa 5 años de cautiverio, que seguramente le marcaron su personalidad. Unos padres trinitarios, pagan su rescate en septiembre de 1580, regresando a España.
Antes de los cinco años de soldado, Cervantes estuvo sirviendo al cardenal Acquaviva un año, desde 1569 al 1570 llegando con él a Italia.
Y desde la fecha de entrar al servicio del cardenal solo se conoce que es discípulo del catedrático Juan Lopez de Hoyos en Madrid desde 1566 hasta su marcha a Italia con el cardenal.
Desde aquí hasta su nacimiento, solo hay meras suposiciones sobre donde estuvo y con quien.
Desde que aparecen en Sevilla en el siglo XVIII unos documentos de su rescate en Argel, donde se manifiesta que es “natural de la villa de Alcalá de Henares”, se trató por todos los medios encontrar la partida de bautismo allí. Y se encontró, la de un niño cuyo padre se llamaba Rodrigo Cervantes y su madre Leonor Cortinas, al que bautizaron el 9 de octubre de 1547. Su nombre no aparece claro, pues más parece un Juan que un Miguel, según algunos calígrafos e investigadores.
Pero años antes de la aparición de los documentos de su rescate, y lógicamente del posible bautizo en Alcalá de Henares, se buscó en los archivos de la Mancha, por orden del duque de Hijar, dónde pudo haber nacido el autor del Quijote, pues por su conocimiento de ella, de los lugares y parajes y de la idiosincrasia de los manchegos, solo podía haber escrito esta obra un manchego. Y este encargo lo llevó a cabo Blas de Nasarre, por entonces bibliotecario mayor del rey. Después de meses de leer archivos en las parroquias de muchos lugares manchegos, en su visita a Alcázar de San Juan, encontró en los archivos de Santa María la Mayor una partida de un niño, al que pusieron de nombre Miguel, siendo su padre Blas Cervantes Saavedra y su madre Catalina López. Su bautizo fue el 9 de noviembre de 1558. Esta partida, después de la aparición de la de Alcalá, fue llevada y traída a Madrid varias veces, manipulada y quizás destruida y por último reescrita. Clara era la influencia de la Universidad de Alcalá de Henares por cerrar definitivamente esta disputa del natalicio de nuestro autor, en contra de un simple lugar manchego.
Pero si decíamos que hay muy pocos datos sobre su vida, nos quedó su obra, y en ella, él mismo nos deja un dato que nos ayuda a entender todo esto.
En 1613, sintiéndose viejo y con pocas fuerzas ya, publica las Novelas Ejemplares. En su prólogo, después de autodescribirse para la posteridad, nos dice:
“Mi edad no está ya para burlarse con la otra vida, que al cincuenta y cinco de los años gano por nueve más, y por la mano”.
¿Nueve años más viejo que quién, que su amigo que le escribiese el prólogo a la primera parte del Quijote? No sabemos a quien se refiere. Pero se sincera con sus lectores y nos dice que tiene cincuenta y cinco años en 1613. Pues solo haciendo una resta sencilla, 1613 menos 55 obtenemos su fecha de nacimiento: 1558.
Como ven no concuerda con la fecha de Alcalá de Henares, que dice 1547, sino con la de Alcázar de San Juan, nueve de noviembre de 1558. Cuanta razón tenía el duque de Híjar cuando hizo buscar en los archivos de la Mancha a Cervantes. Pues solo un manchego podía escribir y describir esta tierra como se hizo en el Quijote.
Habrá que encontrar algún documento más que definitivamente lo haga nacer en la Mancha, donde seguro nació, al autor de don Quijote de la Mancha. Igual que hace unas semanas se ha conocido su estancia en la Puebla de Cazalla por unos documentos que se salvaron de ser quemados, quizás esté escondido aún el documento que respalde al mismo Cervantes sobre su edad, que nos les vale, según parece, a los poderosos de Alcalá.
Y como decía, otro príncipe de las letras, el nicaragüense Rubén Darío cuando en su visita a Alcázar conoció la partida de bautismo: “Una batalla en que los cañones Maxim quedan subtituidos por razones de a folio” en clara referencia a la fuerza de la razón de Alcázar, en contra de la gran fuerza mediática de Alcalá.
Alcázar es como la describía el doctor Mazuecos, como un rescoldo en las cenizas, parece que somos indiferentes, pero si nos echan una gavilla al final la prendemos fuego. Como vengo diciendo hace un tiempo, Los alcazareños tenemos que pasar de ser “simpatizantes” a ser “militantes”, si alcazareños militantes, llevando nuestro orgullo de ser vecino de don Quijote y Sancho por todo el mundo. Ahora vienen celebraciones y conmemoraciones por su obra y su muerte. Quizás algún día podamos celebrar también su nacimiento. Es muy dificil, pues en contra hay “cañones Maxim”.
Ya me he presentado yo como lector, he presentado o he interpretado lo que para mí es la obra, el Quijote, y he tratado hacer una biografía, fuera del uso, del autor. Solo me queda darles las gracias por su atención, pero en esta noche manchega de agosto, la ilusión de don Quijote se entremezclará con la realidad de Sancho Panza, y como transportado también por Clavileño, a sus lomos de mágica madera, el autor de obras de poesía como “Al túmulo del rey Felipe II en Sevilla” o “La entrada del Duque Medina en Cádiz”, obras de teatro como la “Tragedia de Numancia” el “Trato de Argel” u “Ocho comedias y ocho entremeses” y novelas como “La Galatea”, “Novelas Ejemplares”, “Viaje al Parnaso”, “El Persiles” o “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”, también quiere estar aquí con nosotros. Es un privilegio contar con el autor recitándonos su propia obra, la parte quizás más conocida. Mientras otros buscan sus huesos, nosotros disfrutaremos de él y de su obra.
Luis M. Román Alhambra
Publicado con permiso del blog Alcázar Lugar de don Quijote: http://alcazarlugardedonquijote.wordpress.com/2014/08/29/escenarios-de-verano-noche-de-la-poesia-noche-de-cervantes/
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