
Hoy es 15 de mayo, festividad de San Isidro, patrón de los labradores y de Alcázar de San Juan, un lugar dedicado especialmente a la agricultura hasta la llegada del ferrocarril. San Isidro junto a la Virgen del Rosario, cuyo estandarte estuvo en uno de los barcos que la Orden de San Juan dispuso en la batalla de Lepanto, son los patronos de esta antigua villa. Un viajero al llegar a Alcázar de San Juan, por carretera o ferrocarril, siente de inmediato que se encuentra en un lugar agrícola, industrial y de servicios, y muy cervantino.

Al entrar por carretera encontrará un monolito moderno que le indica que llega a “La cuna de Cervantes”. Si lo hace por ferrocarril, en la Sala de Espera del andén principal puede recordar las aventuras del Quijote con solo contemplar los azulejos que la decoran. Si tiene suerte y está abierta la antigua Fonda de la Estación que hasta hace unos pocos años permanecía abierta las veinticuatro horas del día, y hoy es Bien de Interés Cultural y destinada a otros usos, puede seguir deleitando su imaginación quijotesca con muchos más azulejos, aunque reconocerá que hay muchos repetidos y que solo las aventuras recreadas llegan hasta los primeros capítulos de la Primera Parte. De una manera o de otra, el viajero acaba de entrar en un museo cervantino y quijotesco que es Alcázar de San Juan. En sus calles y plazas Cervantes y el Quijote están representados como en ningún otro lugar. En el interior de sus casas cada vecino guarda celosamente elementos iconográficos cervantinos, especialmente quijotescos en cantidad incontable.
Esta imagen de ciudad cervantina y quijotesca, que trasciende a quien la visita, posiblemente tiene ya su origen en la publicación de la Primera Parte del Quijote, en 1605. Alcazareños aficionados a la lectura de libros de caballerías, como el resto de españoles, descubren que en El Ingenioso hidalgo don Quixote de la Mancha, el nuevo caballero andante es un hidalgo de escasos recursos económicos trastornado por leer antiguos libros de caballerías y su escudero es su vecino, un pobre y analfabeto jornalero, eran tipos reconocibles entre los vecinos de aquel Alcázar de San Juan de principios del siglo XVII. También reconocerían perfectamente el paisaje que Cervantes describía de la comarca manchega del hidalgo Alonso Quijana. Hoy nos puede resultar vagas e imprecisa las descripciones que del paisaje hace Cervantes en el Quijote, pero el Quijote no está dirigido a nosotros sino que está escrito para ser leído por los lectores de principios del siglo XVII. Los alcazareños de ese tiempo caminaban a pie y se desplazaban sobre mulas y caballos, de la misma forma que Cervantes lo hacía por estos mismos caminos, teniendo la misma percepción del paisaje. Aquellos lectores no necesitaban más señales, para no perderse leyendo la obra, que las que están dibujadas con palabras por Cervantes, porque reconocían el paisaje por el que camina Rocinante.
Los que etiquetan hoy de impreciso a Cervantes, en la descripción de la geografía y toponimia en el Quijote, son los que necesitan tener perfectamente señalizado el camino y los cruces, con descripciones exactas de por donde tienen que ir. Pero en el siglo XVI-XVII con dejar sola a la caballería ella te llevaba directamente a casa, solo había que confiar en la querencia del animal, tal y como hace don Quijote de vuelta a casa de la venta donde es armado caballero:
“En esto llegó a un camino que en cuatro se dividía, y luego se le vino a la imaginación las encrucijadas donde los caballeros andantes se ponían a pensar cuál camino de aquéllos tomarían, y por imitarlos estuvo un rato quedo; y al cabo de haberlo muy bien pensado soltó la rienda a Rocinante, dejando a la voluntad del rocín la suya, el cual siguió su primer intento, que fue el irse camino de su caballeriza.” (1, 4)
De la misma manera reconocían a los pueblos vecinos nombrados explícitamente en el Quijote. A Tembleque también iban los jornaleros alcazareños a segar como Sancho Panza “que había ido por aquel tiempo a segar a Tembleque…”, cuando en Alcázar no había faena para todos. A Quintanar de la Orden, villa ganadera, se dirige Sansón Carrasco a comprar “dos famosos perros para guardar el ganado, el uno llamado Barcino y el otro Butrón, que se los había vendido un ganadero del Quintanar”. De Argamasilla de Alba son “Los académicos de la Argamasilla” que dedican epitafios y sonetos a los protagonistas de la obra. Y a Puerto Lápice se dirigen don Quijote y Sancho después de la aventura con los “treinta o cuarenta molinos de viento” que había en Campo de Criptana, porque era un lugar muy pasajero. Molinos de viento bien conocidos por los labradores alcazareños a los que iban a moler su trigo. Que El Toboso está cerca de Alcázar de San Juan, 28 km por el Camino del Toboso, como para llegar don Quijote en una noche a lomos de su mala cabalgadura, si no hubiera sido tan oscura la noche, es más que sabido entre los vecinos de Alcázar de San Juan:
“Sancho amigo, la noche se nos va entrando a más andar y con más escuridad de la que habíamos menester para alcanzar a ver con el día al Toboso, adonde tengo determinado de ir antes que en otra aventura me ponga, y allí tomar la bendición y buena licencia de la sin par Dulcinea” (2, 8)
Como conocido era que la familia alcazareña Cervantes Sabedra descendía de El Toboso, y así se lo recordaban los vecinos toboseños a Azorín cuando visitó El Toboso tres siglos después, en 1905: “¡el abuelo de Miguel!, no le queda a usted duda, señor Azorín, el abuelo de Miguel era de aquí.”
Por tanto, no es de extrañar que en esta ciudad manchega, autor y personajes inunden los espacios públicos. Desde el nombre de calles y esculturas a recursos públicos, nos recuerdan que estamos en el Corazón de la Mancha, Cuna de Cervantes y lugar de don Quijote y Sancho. Algunos de aquellos primeros lectores alcazareños de principios del siglo XVII se preguntarían, en los corrillos festivos de la plaza, ¿por qué no quiso Cervantes poner el nombre de Alcázar de San Juan al inicio de la novela como el lugar del hidalgo manchego? Y otros bien sabían ya la respuesta.
Lo irrefutable es que de los lugares nombrados explícitamente en la obra ninguno de ellos puede ser, porque así lo quiso Cervantes. Tembleque, Quintanar, Argamasilla de Alba, Puerto Lápice y El Toboso, e implícitamente Campo de Criptana, con sus cuantiosos molinos de viento, no podían ser el lugar de don Quijote, pero demarcaban perfectamente los límites y nodos de la comarca de don Quijote, la misma comarca de los lectores alcazareños.
Mucho se ha hablado de Argamasilla de Alba como lugar de Alonso Quijana, incluso se ha tratado de dar cierta “oficialidad”. Todo el mundo sabe que Argamasilla de Alba es el lugar de don Quijote, ¡pero del Quijote de Avellaneda!, no del Quijote de Cervantes por deseo expreso de don Miguel al nombrarla. Los lectores argamasilleros del 1605 reconocían el paisaje del Quijote de Cervantes, no tanto el de Avellaneda, y también la relación que tuvo don Miguel con ellos, pocos años antes, cuando lo vieron recluido en su cárcel, como muchos bien recordaban. Problemas y litigios por los caudales de agua desviados por los vecinos argamasilleros, impuestos atrasados, etc, pudieron ser la causa para forjar su enemistad con el alcabalero Cervantes y, ante un pequeño o gran desliz personal, poder conducirlo hasta la oscura mazmorra de la Casa de los Medrano, donde pudo “… engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío la historia de un hijo seco, avellanado, antojadizo y lleno de pensamientos varios y nunca imaginados de otro alguno, bien como quien se engendró en una cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación…”


Miguel de Cervantes Saavedra junto a la iglesia de Santa María La Mayor. Imagen de Cervantes, militar y escritor. Quizás sus dos mayores pasiones y de las que se sentía muy orgulloso. Haber estado presente el 7 de octubre de 1571 en la batalla naval de Lepanto, a bordo de uno de los barcos de la flota cristiana, capitaneada por don Juan de Austria, siempre le llenó de orgullo. Decía de él mismo que “Perdió en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo, herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa, por haberla acobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos…”. Escritor de teatro, poesía y prosa, mantuvo la pluma firme en la mano hasta unos días antes de morir: “Puesto ya el pie en el estribo, con las ansias de la muerte, gran señor, ésta te escribo. Ayer me dieron la Estremaunción y hoy escribo ésta…”. Debajo de su brazo izquierdo unos pergaminos, de los muchos que escribió en su vida.
Esta magnífica imagen en bronce del Príncipe de los Ingenios fue realizada en 1999 por Teresa Guerrero y Javier Martínez, por encargo del Ayuntamiento, quedando inaugurada el 23 de abril del mismo año y se encuentra a escasos metros de la puerta de entrada de la iglesia en la que se bautizó a un niño, en noviembre de 1558, al que sus padres, Blas de Cervantes Sabedra y Catalina López, le pusieron de nombre Miguel. Este Miguel es, según la tradición alcazareña, el autor del Quijote.

La partida de bautismo se encuentra guardada celosamente en los archivos parroquiales. En horario de despacho parroquial, el actual cura párroco, don Javier Quevedo, la muestra amablemente a quienes se la solicitan sin entrar en acalorado debate, simplemente muestra el registro realizado en el Libro Primero de Bautismos de esta antigua parroquia alcazareña, restaurado hace unos pocos años, que guarda también la de sus otros tres hermanos: Tomás, Francisco y Leonor. Nombres paternos y de hermanos que nada tienen que ver con el Miguel de Cervantes bautizado en Alcalá de Henares.

En el mismo barrio de Santa María se encuentra la Plaza de Cervantes. Plaza dedicada al autor del Quijote, es la antigua plaza conocida como de La Rubia del Rosquero, donde se encontraba la casa en la que la tradición alcazareña sitúa a la familia Cervantes Sabedra y López en el siglo XVI. Una placa nueva recuerda el lugar donde estuvo situada la casa.

En esta plaza, un monolito realizado con piedra arenisca roja recuerda a Cervantes. Monolito que es nuevo también, siendo una copia del original que estuvo presidiendo la plaza desde 1879 a 1914. Parece que se quitó, según los acuerdos municipales, porque molestaba para el tráfico de carruajes, más bien sería por la indiferencia que en este lugar manchego hemos tenido por nuestro genial escritor. Este monolito se acordó volver a fabricar e instalar en 2005, inaugurándose el 24 de abril de 2009. En la placa se puede leer “ALCAZAR DE SAN JUAN A SU EXCELSO HIJO MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA”


Cervantes y el Quijote, autor y obra, están unidos en el Parque Cervantes, conocido como Parque Viejo, como en la Sala de Espera y Fonda de la Estación de ferrocarril. El Quijote hay que leerlo, releerlo, meditarlo, comentarlo, interpretarlo y hasta criticarlo, y en Alcázar de San Juan también se puede mirar. Los alcazareños tenemos el gran privilegio de tener en la calle un “Quijote para mirar”. Aquí conocí de niño el Quijote, mucho antes de leerlo. Como tantos niños que veníamos a jugar a este parque nos atraía la gran cantidad de azulejos con escenas muy graciosas.
En alguna ocasión he contado que conocer el Quijote me costó quedarme sin merienda. Mi madre me decía: ¡de casa a la escuela y de la escuela a casa!. Una tarde de primavera mis compañeros me convencieron a la salida de la escuela para ir a jugar a la pelota a su parque, que no estaba lejos de la escuela. Allí me entretuve mirando estos azulejos, más que corriendo detrás de la pelota, aunque esto no me valió como excusa al llegar a casa donde vi como el trozo de pan con una onza de chocolate “volaba” de la mesa a la alacena, como en un extraño encantamiento. Ese día me quedé sin merendar, pero conocí a don Quijote.

En torno a 1925 se comenzó a construir este espacio público que haría de biblioteca los días de fiesta donde se prestaban libros y revistas. Se construyeron cuatro grandes bancos de ladrillos con hornacinas entre ellos, también de ladrillo, donde el funcionario colocaba los libros y revistas. Todo el conjunto se decoró con cerámica sevillana, con imágenes de las aventuras de don Quijote y Sancho Panza. Como mucho de nuestro patrimonio, el vandalismo, y la dejación municipal, hizo que los azulejos originales fueran deteriorándose hasta que hace muy pocos años se ha vuelto a rehabilitar por la Escuela Taller Municipal con nuevos azulejos pegados sobre los antiguos. Hay ciento ochenta azulejos con imágenes de la Primera Parte y ciento diez de la Segunda Parte del Quijote.

Sin duda alguna este es un lugar mágico, con encanto, donde poder sentarse un rato a leer el Quijote y, de paso, mirarlo. O simplemente recordar el cuento mientras los recorres con la mirada. Un lugar que debería ser referencia para los niños, siendo una de las actividades de las escuelas el venir una vez al año con los niños, contarles alguna parte de las aventuras o realizar algún tipo de trabajo escolar sobre estas escenas. Así, casi jugando, se fomentaría la lectura de Quijotes adaptados para su edad. Algún profesor de Primaria a quien se lo he propuesto me ha sentenciado categóricamente: “los niños tienen ya muchas actividades como para meterles otra más…”. ¡¡Una vez al año salir de clase para venir a este recurso cultural, único en el mundo, es mucho!! Pero, como diría Sancho Panza: ¡Esto es harina de otro costal!
Ya hay algunos azulejos deteriorados de nuevo por el vandalismo, siempre el vandalismo, que espero se repongan pronto tal como eran. A unos pocos metros hay un pequeño pedestal donde estuvo desde abril de 1998 la escultura Maritornes, realizada en piedra por el artista alcazareño Alfredo Martínez, pero de nuevo el vandalismo hizo que desapareciese. Esta biblioteca cervantina es muy poco estimada, incluso por los mismos alcazareños, por lo que no es extraño que al viajero que viene a conocer esta ciudad nadie le indique la existencia de esta biblioteca quijotesca. ¡Incluso en la propia Oficina de Turismo no hay información de este magnífico recurso turístico-cultural y cervantino!

Muy cerca de esta antigua biblioteca quijotesca, a escasos cien metros, el final de este Paseo Cervantes se ha trasformado en un pequeño auditorio al aire libre que ha sido decorado con unas preciosas pinturas de graffiti por los jóvenes artistas Francisco J. Jiménez Campoy (Fran) y Ángel Caballero Rioja (Max501).


El Parque Cervantes es hoy el parque cervantino más hermoso del mundo. Que los alcazareños no le demos importancia no quiere decir que no la tenga, es que no la valoramos, tal vez por ser lo cervantino y quijotesco tan cotidiano en nuestro día a día. Pero a quienes se acerquen a esta ciudad, pregunten cuando les den el plano turístico de la ciudad y que le marquen este lugar, no dejen de venir a este Parque Cervantes. Si el viajero está alojado en el Hotel Convento Santa Clara, lo tiene justo detrás, en un paseo de cinco minutos pueden estar mirando el Quijote, aunque tampoco se sorprendan si en Recepción del hotel le ponen cara de sorprendidos si le preguntan por esta antigua biblioteca pública.

Del autor y su obra a los protagonistas principales. Hay quien afirma que para reconocer la figura de don Quijote siempre ésta tiene que estar cubierta con el Yelmo de Mambrino, una bacía de barbero. Y llevan razón, a excepción de cuando se está en Alcázar de San Juan. Nadie duda cuando se acerca a esta imagen que es don Quijote leyendo sus queridos libros de caballerías. ¡Un caballero andante teniendo como confidente un gato! Ese es el espíritu del Quijote: la sencillez y la credibilidad. Esta imagen es muy tierna, delicada, lejos de las arrogantes imágenes caballerescas. Así sería el viejo hidalgo en el que se fijó Cervantes para hacerlo el héroe de su historia: “… él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio…” Aquí vengo cada vez que algo me conmueve especialmente, sentado un rato junto a Alonso y su gato, cualquier desasosiego desaparece. Tienen un encanto que encantan. A veces me pregunto si el gato es verdaderamente un gato o soy yo cuestionándole con mi mirada al viejo hidalgo mi inquietud. Será de nuevo la fantasía, el encantamiento, los espejismos manchegos que todo lo mudan. De todas las imágenes que de don Quijote que he visto en mi vida, y son muchas, este Alonso el Bueno con su hermoso gato es la que mejor representa el espíritu del Quijote. Su autor es José Lillo Galiani, y en principio iba a ser instalada en la puerta del Museo del Hidalgo. Desde 2007 está aquí, con su brazo apoyado en sus libros escuchando lo que su gato le susurra.

¡Este don Quijote está aquí por una cajetilla de tabaco! No, no me he equivocado de lugar y tampoco es un nuevo encantamiento o un espejismo por el calor manchego. No estoy en una plaza de Guanajuato, México, estoy en la Plaza de Palacio de Alcázar de San Juan. Quien lea este articulillo y haya tenido la suerte de haber estado en la ciudad mexicana, Capital Cervantina de América desde 2005, y del mundo aseguro yo sin miedo a equivocarme, estará algo confundido al ver esta imagen, ya que allí hay otra gemela a esta, es El Quijote Cósmico.
Imagen icónica de don Quijote, obra de Santiago de Santiago, encargada por Eulalio Ferrer, que hace vaciar en bronce dos imágenes gemelas. En octubre de 1992 Eulalio Ferrer dona una de ellas a Alcázar de San Juan y en 2005 hace lo mismo con la ciudad de Guanajuato. Desde el año 2014 ambas ciudades están también hermanadas institucionalmente, siendo esto, sin duda alguna, el deseo de Eulalio Ferrer cuando encargó este Don Quijote. La mirada de don Quijote es difícil de apreciar pero es fácil comprender que está fija en un punto, el mismo al que dirige su lanza. El objetivo es descomunal, un gigante mucho mayor que un molino de viento, pero él está firme. Dice su creador, Santiago de Santiago, que “el Quijote nació aquí, después conquistó el mundo y ahora quiere solucionar los entuertos del más allá, en el espacio al que el hombre ha accedido con la nueva tecnología, por ello, tiene una lanza con un ala como símbolo de de conquista de otros espacios”. Don Quijote se enfrenta contra todo lo que los demás no somos capaces de enfrentarnos, dicen que es porque está loco, yo creo que los locos somos los demás. Desde Alcázar de San Juan y Guanajuato don Quijote dirige su mirada hacia el espacio, su próxima aventura.
No conocí a Eulalio Ferrer, ni siquiera cuando estuvo aquí en Alcázar de San Juan, pero me habría gustado mucho conversar con él sobre esta imagen de don Quijote, y por qué mandó hacer dos idénticas para regalarlas, primero a Alcázar de San Juan, Corazón de la Mancha, y después a Guanajuato. De Eulalio Ferrer, aquel joven oficial santanderino derrotado en la Guerra Civil española son estas palabras, que quizá respondan a mi pregunta:
“Cuando entré al campo de concentración Argelès sur Mer, como exiliado que perdió la Guerra Civil española, un miliciano me ofreció un libro a cambio de una cajetilla de cigarros; llevaba una que me habían dado al pasar la frontera y no fumaba; entonces, la cambié por el libro. Lo metí en la mochila y entré al campo de concentración, donde no había bancas, ni nada; había que dormir sobre la arena y mi almohada era la mochila. Al día siguiente, al sacar el suéter que llevaba para abrigarme, porque hacía mucho frío, vi el libro, que era Don Quijote de la Mancha, una edición de Calleja de 1912. Un muchacho de diez y nueve años leyendo todos los días a Don Quijote como único libro y con una obsesión casi religiosa, porque todo lo idealizaba”
En julio del 1940, Eulalio Ferrer llega a México exiliado, con sus padres y hermanas, a la ciudad de Oaxaca. Después de años ejerciendo como periodista funda una agencia de publicidad de mucho éxito. Pero nunca olvidó aquel libro, que cambió por unos cigarrillos en el campo de concentración francés, terminando su vida fomentando la lectura de la obra de Cervantes, siendo mecenas del Coloquio Cervantino Internacional, el Centro de Estudios Cervantinos y el Museo Iconográfico del Quijote de Guanajuato. Ahora se entiende bien mi comentario: ¡Esta imagen de don Quijote está aquí por una cajetilla de tabaco! Algún día iré a ver su gemela, a Guanajuato. Dicen que “quien afirme que don Quijote está allí enterrado, no miente”. Mirando esta imagen, yo creo que es verdad, solo en Guanajuato puede estar enterrado don Quijote. ¡Aquí nació y allí está enterrado el Caballero de la Triste Figura!

En 1971 se instala en la Plaza de España la imagen de don Quijote y Sancho Panza que más se ha fotografiado en el mundo por los turistas. Me pueden decir que exagero, y quizá sea así teniendo en cuenta las imágenes de don Quijote y Sancho situadas en la Plaza de España de Madrid. Mi afirmación tiene su sentido. Mientras que solo una pequeña parte de los turistas que llegan a Madrid se hacen una fotografía cerca de aquellas imágenes, el cien por cien de los turistas que vienen a Alcázar de San Juan se llevan en su cámara o dispositivo móvil una imagen junto a los héroes manchegos, o subidos sobre Rocinante y el Rucio.
Obra en bronce del escultor leonés Marino Amaya. Hay quien dice que la cara de Sancho Panza es la del gran periodista y escritor Tico Medina, quien mantuvo mucha relación en aquellos años con la ciudad de Alcázar de San Juan llegando a ser propietario de uno de los molinos de viento. La posición actual de don Quijote y Sancho es distinta a la inicial y también sus pedestales, más bajos, que han perdido unos bajos relieves con algunas de sus aventuras que los decoraban, por alguna decisión que desconozco. Este cambio se realizó en 1999.

En Alcázar de San Juan se ha jugado al baloncesto, si cabe, con más afición y devoción que al fútbol. Si en España se comienza a jugar al baloncesto en Barcelona en el año 1921-1922 y se celebra el primer campeonato de España de federaciones el año 1933, entre las Federaciones Castellana y Catalana, en Alcázar de San Juan se hace la primera pista fija de baloncesto en 1935. El Día Nacional del Minibasket, celebrado en 1963, en Alcázar de San Juan se vieron más de sesenta equipos jugando en las pistas instaladas en sus plazas. Su baloncesto fue referente a nivel nacional e internacional con Vicente Paniagua, que llegó a ser capitán en el Real Madrid, y Antonio Díaz-Miguel, jugador en el Estudiantes y del Real Madrid y técnico de la selección de España durante 27 años, consiguiendo la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1984. Frente a la sede de la Federación de Baloncesto de Castilla-La Mancha, con sede en Alcázar de San Juan, una escultura en chapa, de Eloy Teno, pone a don Quijote jugando al baloncesto a punto de conseguir una nueva canasta para su equipo.

“Del buen suceso que el valeroso don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice recordación”
Este es el título de la que posiblemente sea la aventura más conocida, aunque no se haya leído, del Quijote. Los molinos de viento que inspiran a Cervantes, y hace ir hacia ellos a don Quijote creyendo ser gigantes amenazadores. No fueron estos de Alcázar de San Juan, sino los de la vecina localidad de Campo de Criptana, que llegan a verse desde aquí. No son estos, ni pueden ser, porque en Alcázar de San Juan, en tiempos de Cervantes, no disponía de estos eficaces artilugios, ya que el Prior de la Orden de San Juan no autorizaba su construcción y así obligaba a sus vecinos a ir a moler los cereales a sus buenos molinos del río Guadiana, dándole de esta forma pingües beneficios. No pasaba esto en Campo de Criptana, de la Orden de Santiago, y muchos de los vecinos e instituciones religiosas alcazareñas fomentaron y pagaron más de la mitad de los “treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo”, burlando de esta forma las pretensiones de su Prior sanjuanista. A finales del siglo XVI el Prior comenzó a autorizar su construcción y en Alcázar de San Juan se construyeron catorce molinos de viento en sus cerros que estuvieron trabajando hasta bien entrado el siglo XX.

En este Cerro de San Antón, hoy se pueden contemplar cuatro molinos reconstruidos de aquellos catorce ingenios que dominaron las crestas de los cerros alcazareños, de nombres: Rocinante, Fierabrás, Dulcinea y Barcelona. A Fierabrás se le ha instalado hace unos años la maquinaria, fiel a la del siglo XVI, y se puede admirar su trabajo varias veces al año coincidiendo con eventos turístico-culturales. Hoy este conjunto de molinos y su entorno es Bien de Interés Cultural. Yo suelo subir hasta el molino Rocinante muchas veces al año. Sentado en el poyo de su puerta he contemplado amaneceres y puestas de sol únicos. Si hay una característica geográfica que hace especial este entorno es su limpio horizonte plano, que podemos contemplar en sus 360º, llegando a ver en días claros más de setenta kilómetros. En noches claras de verano el espectáculo que nos brinda este escenario es mágico. Este horizonte completamente plano junto a la luminosidad de esta tierra cautivaron a Cervantes. Desde aquí, y solo desde aquí en toda la Mancha, se puede tener esta singular visión del mar manchego.

Hasta aquí las imágenes públicas de este museo cervantino que es Alcázar de San Juan. Sin embargo al pasear por sus calles es fácil encontrarse en las fachadas imágenes que nos recuerdan a Cervantes, al ingenioso hidalgo manchego y a su fiel escudero.

En el interior de las casas, don Quijote y Sancho Panza están en ellas como un vecino más. La iconografía quijotesca particular es inmensa en Alcázar de San Juan. El Quijote aquí se ha leído y escuchado sin interrupción desde el mismo momento que salió de las prensas de la imprenta madrileña, sintiendo a sus dos personajes principales como vecinos cercanos, conocidos. La forma de ser de Alonso y Sancho es la misma que la de cualquier alcazareño, aunque hayan pasado cuatro siglos. Soñador con los pies en el suelo, fingidamente indiferente casi por todo pasa a colérico cuando le hacen “cosquillas”, Quijote por la mañana y Sancho cuando se acuesta, o al revés.
¿Se extrañan ahora, desocupados lectores y amigos de este blog, que durante varios años del siglo XX esta ciudad se cambiara el nombre oficial pasando a llamarse Alcázar de Cervantes?
Luis Miguel Román Alhambra
Publicado en Alcázar Lugar de don Quijote https://alcazarlugardedonquijote.wordpress.com/2019/05/15/alcazar-de-san-juan-un-museo-cervantino/
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