No sabemos si Cervantes sabía música o no, sí que le gustaba y que conocía los instrumentos y danzas de su tiempo. En el Quijote nombra instrumentos pastoriles, populares, nobles y militares, que vio y escuchó en los caminos, ventas, fiestas, palacios y galeras.
La música está siempre presente en las bodas, siendo el fondo de alegría y felicidad que envuelve este acto social, en cualquier parte del mundo. En cada boda se tocan los instrumentos y se bailan las danzas típicas del lugar de los novios e invitados. Cervantes en el Quijote describe una boda en la Mancha. Es la de la hermosa Quiteria con el rico Camacho, que a la postre será la de Quiteria con el pobre, pero ingenioso Basilio. Para los sentidos principales de Sancho, el olfato y el gusto, la comida que allí se preparaba era de boda importante, ¡pagaba el rico Camacho!: «bodas que por tales olores comienzan, para mi santiguada que deben de ser abundantes y generosas». Si bien, fue su oído el primer sentido estimulado:
“Oyeron asimismo confusos y suaves sonidos de diversos instrumentos, como de flautas, tamborinos, salterios, albogues, panderos y sonajas… Los músicos eran los regocijadores de la boda, que en diversas cuadrillas por aquel agradable sitio andaban unos bailando y otros cantando y otros tocando la diversidad de los referidos instrumentos” (Q2, 19)
Llegan los invitados y las danzas comienzan, «una de espadas de hasta veinte y cuatro zagales», otra «de doncellas hermosísimas… que traían guirnaldas de jazmines, rosas, amaranto y madreselva… Hacíales el son una gaita zamorana y ellas llevando en los rostros y en los ojos a la honestidad y en los pies a la ligereza, se mostraban las mejores bailadoras del mundo» (Q2, 20)
¿Alguno de los novios era leonés, o más precisamente de Zamora? La respuesta es sencilla, no. Quiteria y Camacho eran de un lugar de la Mancha y los desposorios se celebraban en esta misma tierra. Entonces, ¿qué pinta una gaita zamorana en esta parte de Castilla? Esta pregunta quizás se la han hecho ya muchos lectores del Quijote.
A sus lectores coetáneos, escuchar el son de una gaita zamorana en la Mancha no les causaría ninguna extrañeza. Sencillamente porque este instrumento nada tiene que ver, en su aspecto físico, con una gaita leonesa o sanabresa, gallega o asturiana. Variante del antiguo Organistrum, la gaita zamorana se conocía también como zanfona, gaita de pobre, viola de rueda, rabil de manubrio. De uso casi exclusivo en la Corte hasta el siglo XV-XVI, en tiempos de Cervantes pasó a ser escuchado en ambientes más populares, acompañando a canciones y danzas, como instrumento solista o en conjunto con otros, como flautas y tamborinos.
Este instrumento de cuerda sonaba frotando sus cuerdas con una rueda de madera accionada con un manubrio. Tenía dos o tres cuerdas cantantes, con la que se formaba la melodía, y dos bordones, o cuerdas graves, que emitían una nota sostenida, similar a la que emite el roncón de una gaita de fuelle, haciendo así su sonido polifónico parecido a la de una gaita.
Algunos editores han anotado en sus Quijotes a la gaita zamorana como un instrumento parecido a la flauta, oboe o dulzaina, similar al albogue. Aunque el albogue es descrito por Covarrubias en 1611 como una «especie de flauta, o dulzaina» y en el Diccionario de Autoridades como «una flauta grande», la RAE tiene dos acepciones:
“1. Especie de flauta simple y rústica, o doble y de mayor complejidad de forma, generalmente de madera, caña o cuerno, propia de juglares y pastores.
2. Cada uno de los dos platillos pequeños de latón que se usan para indicar el ritmo en las canciones y bailes populares.”
Sin duda alguna, a estos platillos se refería Cervantes como los albogues, y no a la flauta, cuando en el regreso de don Quijote y Sancho Panza a casa desde Barcelona, con la intención de hacerse pastores, tienen esta plática:
“—¡Válame Dios —dijo don Quijote—, y qué vida nos hemos de dar, Sancho amigo! ¡Qué de churumbelas han de llegar a nuestros oídos, qué de gaitas zamoranas, qué de tamborines y qué de sonajas y qué de rabeles! Pues ¡qué si destas diferencias de músicas resuena la de los albogues! Allí se verán casi todos los instrumentos pastorales.
—¿Qué son albogues? —preguntó Sancho—, que ni los he oído nombrar ni los he visto en toda mi vida.
—Albogues son —respondió don Quijote— unas chapas a modo de candeleros de azófar, que dando una con otra por lo vacío y hueco hace un son que, si no muy agradable ni armónico, no descontenta y viene bien con la rusticidad de la gaita y del tamborín.” (Q2, 67)
Cervantes vuelve a mencionar, como instrumento pastoril en la Mancha, a la gaita zamorana, junto al conocidísimo rabel. Y a los albogues como un buen acompañante en el ritmo de esta gaita o zanfona.
Hoy es posible seguir contemplado este instrumento por la labor de constructores de instrumentos tradicionales como Luis Payno, que siguiendo dibujos y estampas antiguas los hacen renacer del olvido. Para apreciar el sonido de la gaita zamorana o zanfona, como la oían en tiempos de la escritura del Quijote en la Mancha y en muchas partes de España, se puede hacer en este enlace: https://www.youtube.com/embed/yNaW7jcszTg?version=3&rel=1&showsearch=0&showinfo=1&iv_load_policy=1&fs=1&hl=es&autohide=2&wmode=transparent
Hay quienes ven en la mención de la gaita zamorana en el Quijote, el aval para trasladar las aventuras de don Quijote de la Mancha a tierras leonesas o, más grave si cabe, calificar a Cervantes de ambiguo o impreciso en las descripciones del entorno físico y humano que hace en el texto, sin tener en cuenta que el invento literario cervantino, mezcla de bromas y veras, es ante todo verosímil para sus primeros lectores.
¡Dejémonos de gaitas y vayamos al grano del Quijote!
Luis Miguel Román Alhambra
Publicado en Alcázar Lugar de don Quijote
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