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Recientemente he tenido ocasión de visitar el Pazo Molinos de Antero en Monforte de Lemos. Durante la visita me he paseado por la historia monfortina y gallega y he podido conocer un lugar único que encierra tesoros sin igual para quien acude allí con los ojos abiertos y sabe apreciar las cosas especiales que hace mucho tiempo dejaron de existir en nuestro tiempo moderno.
Cuando a finales de siglo XVIII, Manuel Antero Yánez Rivadeneira (03-01-1781 al 11-06-1850) fundó el pazo (era el menor de siete hermanos, hijos de Pedro Yáñez Gayoso y de Rosa Estefanía Rivadeneira Quiroga y Losada), no imaginaba que hoy, más de doscientos años después, seguiría ofreciendo a sus visitantes un impagable paseo por la historia, porque muy pocas cosas han cambiado en su interior desde la época de su construcción.
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En 1806 desempeñó el cargo de Administrador y Custodio de las Rentas Nacionales de Monforte y otras comarcas de Galicia, en 1818 fue nombrado Apoderado General de las Encomiendas de la Real Orden de San Juan de Jerusalén (Orden de Malta) de Galicia. El rey Fernando VII lo distinguió con la Cruz de la Virtud y Mérito de Carlos III. Y al igual que su padre, desempeñó el cargo de Regidor Perpetuo de la Villa de Monforte.
De su matrimonio con Rosenda María Jacoba Guitián y Ogando nacieron cinco hijos, todos varones y monfortinos: Ignacio Timoteo, Manuel Eusebio, Matías Clemente, Pedro Paulino y Juan Froilán Yáñez Rivadeneira, pues fue deseo del padre usar sus apellidos en preferencia a cualesquiera otros, voluntad que acataron. Y como buen Ilustrado, se preocupó de la formación de sus hijos, licenciándose en leyes todos ellos.
De los nietos de Antero, mencionamos a Manuel Yáñez González, hijo de Matías Clemente (también diputado, representando en Cortes al distrito de Allariz desde 1850 a 1864, progenitor del poeta, escritor y político vallisoletano Gaspar Núñez de Arce), que es abuelo del actual propietario del pazo. Fue Apoderado, administrador general en Galicia del duque de Alba. Hizo sus incursiones en el campo literario y a él se debe la autoría de «Memoria crítica de las tradiciones y monumentos de Monforte» premiada en el certamen literario de Lugo en 1891.
Precisamente por la condición de Manuel Antero Yáñez Rivadeneira como Custodio de las rentas reales sobre el tabaco y otros impuestos, por la enorme acumulación de dinero, el pazo se construyó de forma un tanto laberíntica (para que quien entrase en él sin conocerlo, fuese presa fácil de sus defensores) y con una serie de sistemas de seguridad, tanto en las cerraduras, como en las mirillas (que no dejan ni un solo aposento sin vigilancia), como en las trampillas a la vista o camufladas en trampantojos y que servían para atacar con picas o con disparos de arma de fuego contra los intrusos, atacantes o ladrones, de forma que les resultase imposible llegar a las salas donde se custodiaba el dinero sin sufrir heridas o la muerte.
También existe un sistema de campanillas acústicas, que según su sonido identifica a la estancia desde donde se reclama la llamada. De hecho, ni siquiera los generales franceses del ejército de Napoleón encontraron el oro y dinero que sabían existía en el pazo, ya que un sistema de galerías subterráneas permitió ponerlo a buen recaudo.
Los visitantes se sentirán transportados al final del siglo XVIII y comienzos del XIX, pudiendo conocer una casa solariega que hechiza y en la que en sus diferentes estancias se pueden contemplar diferentes estilos de mobiliario: Imperio, Rococó, Romántico e incluso Art Déco.
Es visitable prácticamente todo el pazo, yo tuve la suerte de que me lo enseñara detallada y sosegadamente Matías Yáñez Carballada el propietario actual, y me dio suculentas explicaciones sobre los sistemas de seguridad, el archivo, la capilla y las distintas estancias de la casa, como los comedores, dormitorios e incluso la solana, neoclásica en forma de “L” donde la familia tomaba el sol y descansaba en las apacibles tardes en que el tiempo lo permitía.
Pero una de las cosas que más me llamó la atención fue la decoración a cargo de Juan Bernardo Eleodoro Alonso Pérez Álvarez, nació en 1784, en la parroquia de Anllo (Sober) lugar de Castinande, de donde tomó su nombre artístico. Juan Pérez de Castinande fue un pintor de finales del XVIII y principios del XIX, representante del neoclasicismo gallego, pintó y decoró el pazo (cursó estudios en la Escuela de San Fernando).
De las muchas estancias que disfruté en mi visita, una de ellas fue la Capilla, con las pinturas de Castinande, presidida por un retrato del Papa San Antero y con elementos de la época de su fundación como un misal y un relicario, ambos extraordinarios.
En la parte superior de la Capilla, existe un pequeño coro que se comunica con la vivienda superior del pazo desde donde la familia asistía a la Misa.
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Otra estancia que llamó mucho mi atención fue la alcoba roja, en la que sus paredes están decoradas con pintura simulando cortinas de tela que cubren las paredes y que incluso se arrollan en los contornos de las ventanas.
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Igual ocurre con el comedor principal, lugar que utilizaban los sacerdotes (que venían a oficiar la Santa Misa) para ataviarse con las vestimentas apropiadas, y en el que existe un compartimento oculto en la pared, donde están debidamente colocados y ordenados en un sistema móvil, los ornamentos sacerdotales correspondientes a los diferentes tiempos litúrgicos.
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En el archivo, en la zona de oficinas hay legajos de documentación relativa a las encomiendas al cargo de la casa, y entre las que pude -por ejemplo- ver un legajo de documentos de 1571 (año de la batalla de Lepanto). Esta habitación está curiosamente decorada con los colores y escudo de la Cruz de Mérito de Carlos III, no obstante, el motivo de la condecoración y el lema latino “Virtuti et merito”, se repite por toda la casa.
Lo dicho, un trabajo de decoración de primer nivel.
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En el archivo histórico guardado en la residencia, hay muchos documentos relativos al tránsito de viajeros y mercancías por este itinerario que aún están sin estudiar a fondo, como también ocurre con la mayoría de la ingente cantidad de documentos conservados en los archivos de los nobles españoles. Se trata -sin duda- de una mina de oro para los historiadores.
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La vida de Manuel Antero Yáñez Rivadeneira y de su familia estaba estrechamente vinculada con la historia del Camino de Invierno. El antiguo Camino Real de Castilla que atravesaba Monforte -y que coincide con esta ruta histórica- pasaba al lado del pazo. Junto a esta construcción había una posada donde los viajeros pernoctaban y cambiaban las caballerías. «En cierta época, la posadera era precisamente la mujer del capataz del pazo», señala Francisco Albo en un artículo de La Voz de Galicia: https://www.lavozdegalicia.es/noticia/lemos/2016/09/13/retrato-ilustre-poco-conocido-personaje-historico-monforte/0003_201609M13C2991.htm
Aunque en un principio el pazo se ubicó en las afueras de Monforte de Lemos y tenía su huerto y sus caballerizas, hoy ha quedado absorbido por el casco urbano y no hay dificultad alguna para llegar hasta él.
Por sus características propias y diferenciales, esta casa solariega merece una visita detenida para apreciar todos los tesoros que encierra y que cuida con todo el mimo que le es posible el amigo Matías Yáñez, a pesar de que por ser privado no recibe ningún tipo de ayuda o subvención.
Para visitarlo es conveniente contactar con él y concertar la visita mediante el número 606110539.
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Constantino López
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