
Portada de la edición príncipe de la primera parte del Quijote
Dentro de muy pocos días entraremos en el año 2015, año en el que, como todos sabemos, se celebrará el cuarto centenario de la publicación de la segunda parte del Quijote.
La semana pasada, aprovechando el viaje desde Alcázar de San Juan a Madrid, para recoger a mi hijo Jaime que venía desde México a pasar la Navidad con nosotros, quise pasear por uno de los barrios más bonitos de la capital de España, plagado de placas en las calles y casas, recordándonos que por ellas nacieron, pasaron, vivieron o murieron, algunos de los genios de las letras españolas. Es por lo que se le conoce en Madrid como el Barrio de las Letras.
Después de aparcar mi vehículo al inicio de la calle de Atocha, comienzo a subir esta antigua calle, que hace años bien parecía una calle más de Alcázar de San Juan, pues era frecuente ver en ella a vecinos que llegaban o volvían de Madrid desde su estación de tren. Esta calle ya era una de las arterias principales de la villa de Madrid cuando Cervantes llega, de nuevo, a ella en 1606 con la intención definitiva de quedarse. El rey Felipe III acababa de cambiar su corte desde Valladolid a Madrid. Y un año antes, en 1605, salía de la imprenta de Juan de la Cuesta la primera parte delQuijote.
Subo con paso decidido a pasear por los mismos sitios por donde Cervantes conoció y paseó. Son ya las diez de la mañana y el sol brilla radiante en una fría mañana de diciembre y por la acera de la derecha, según voy subiendo, pronto llego al lugar donde hace cuatro siglos se imprimieron uno de los libros más leídos y celebrados del mundo: la imprenta de Juan de la Cuesta.

El edificio que hoy alberga a la Sociedad Cervantina de Madrid está en el mismo lugar que ocupó esta imprenta. En una impresionante placa de bronce se puede leer:
AQUI ESTUVO LA IMPRENTA DONDE SE HIZO EN 1604 LA EDICION PRINCIPE DE LA PRIMERA PARTE DE EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA COMPUESTA POR MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA Y PUBLICADA EN MAYO DE 1605
Pero lo que más me llama la atención es observar como Sancho saca a su borrico por la misma puerta del interior de la imprenta. De esta imprenta de Juan de la Cuesta “salió” don Quijote a cabalgar por el mundo.

Detalle de la placa situada en el lugar que ocupó la imprenta
Continuo subiendo por la misma acera, cruzo la calle del Amor de Dios y poco después, en la siguiente calle, también a mi derecha, giro para entrar en ella. Este camino, desde la imprenta de Juan de la Cuesta, Cervantes lo debió de hacer en sus últimos años de su vida muchas veces. Estoy en otra de las calles de Cervantes, la calle de León.
Los tres primeros años madrileños, entre 1606 y 1609, Cervantes vive detrás del hospital de Antón Martín y la calle Magdalena, muy cerca de la librería de Francisco de Robles, donde podía ver cómo se vendía con éxito su Quijote. Entre 1609 y 1610 era ya vecino de la casa número 3 de la calle de León, hasta su marcha a Esquivias en la primavera de 1611. No tarda mucho en regresar a Madrid, ya muy enfermo como él mismo nos lo dice en el prólogo de su póstumo Persiles. Lo hace en el frío enero de 1612 a la misma casa de la calle León, y en ese mismo año se cambia a la perpendicular calle de las Huertas, y nuevamente a la calle de León, esta vez a una casa esquina con la calle Francos, ahora calle Cervantes, en la que muere el 22 de abril de 1616, después de ver como la segunda parte del Quijote era leído en Madrid y en el mundo.
Sigo mi paseo por la calle de León, cruzo la calle de Santa María y poco después me encuentro delante de la puerta de la Real Academia de la Historia. Me paro un instante y pienso que por qué no aprovecharán este bienio cervantino los señores académicos, el año 2016 conmemoraremos la muerte de Cervantes, para hacer la biografía real de Cervantes. Si, la real y verdadera, pues de Miguel de Cervantes Saavedra se conoce muy poco de su vida, nada de su infancia y poco de su juventud. Casi lo más exacto y creíble es lo que él mismo nos anota en alguno de los prólogos de sus obras. Ya fue un error dejar de pasar más de cien años desde su muerte para comenzar a buscar su rastro y saber de su vida, y lo que se ha hecho, en muchas de sus biografías, es sencillamente inventarlas.
¿Los documentos en los que se basa su biografía oficial son todos auténticos? ¿Pertenecen a la misma persona, esto es, no pudieron ser coetáneos dos o más Miguel Cervantes?, o quizás no interese remover las aguas “oficiales” por si acaso se enturbian. Y esto a muchos no les interesa.
Bueno, dejo a los académicos trabajar en esta fría mañana y sigo mi paseo cervantino. Cruzo la calle de las Huertas y la calle de Lope de Vega. Poco después llego a uno de mis destinos de esta mañana, la casa donde vivió sus últimos días Cervantes. La esquina de la calle de León con la calle Francos.

Otra placa, esta sobre el dintel de la puerta de la casa, así nos lo recuerda:
AQUI VIVIO Y MURIO
MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA
CUYO INGENIO ADMIRA EL MUNDO
FALLECIO EN MDCXVI
Contemplando la casa desde la calle de León, donde posiblemente Cervantes escribiese su manuscrito de la segunda parte del Quijote, pienso en el gran desinterés que desde las distintas administraciones culturales españolas, municipales, regionales o nacionales, tienen sobre la figura del escritor más importante de las letras en castellano. ¡¡Es incomprensible para cualquier persona, española o extranjera, ver que en sus locales, en su planta baja a la calle, no hay una librería!!.
¿Saben el Concejal de Cultura de este distrito de Madrid, el Consejero de Cultura de la Comunidad de Madrid o el Ministro de Cultura del Gobierno de España donde está la casa donde vivió y murió Cervantes? Dejen que hoy tenga mis dudas.

Esquina de la calle de León con la antigua calle Francos, hoy de Cervantes
El año próximo harán declaraciones, importantísimos actos de conmemoración, fotos y recepciones,… pero ninguno se hará junto a la puerta de esta casa, al lado de un negocio de ortopedia y alimentación. Negocios muy dignos, como el que más, pero el único que debería haber en este edificio de la calle de León esquina con calle Cervantes es una librería. Pública o privada, pero solo una librería donde el Quijote, fuese el libro de referencia. Quijotes en distintas encuadernaciones y lenguas que pudiesen venderse a quienes se acercasen a ver esta esquina y volver a sus casas y países comentando: ¡¡He comprado un Quijote en la casa de Cervantes en Madrid!!
¡¡Que miopía institucional!! Es incomprensible el desinterés que tienen nuestros políticos culturales actuales y los pasados, hacia Cervantes y sus personajes más importantes, don Quijote y Sancho Panza, posiblemente los mejores embajadores de España. No vale ahora el cuento de que es una propiedad privada, que es competencia de esa o aquella administración, … ¡Si Madrid o España hubiesen querido, ya habrían comprado ese edificio o esos bajos para que fuesen de todos los madrileños y españoles!.
En Madrid, en su parte más céntrica, muchos visitantes interesados por lo cervantino vienen a ver la casa donde vivió y murió Cervantes. Y cuando llegan, solo se encuentran una placa y una ortopedia. Y menos mal que está la placa, porque como se les ocurra preguntar a escasos metros de la casa por ella, es muy posible que los vecinos o transeúntes del barrio ni sepan dónde está, y ni siquiera que existe. No hay ni una sola indicación que nos lleve a esta casa. ¡Lamentable!
Hace frio y decido tomar un café en una cafetería situada justo enfrente. Su nombre me atrae hacia ella, “Restaurant-Café Cervantes”. ¡Buen café y excelente tortilla de patatas!. Parece que mi enfado va pasando y como mi locura, o cordura, ya que creo que los locos son los políticos culturales que nos han tocado, se va diluyendo en mi desayuno. “Las penas con pan son menos penas” creo que me diría Sancho Panza, aunque don Quijote me este proponiendo escribir este artículo, sabiendo que tengo delante unos gigantes, disfrazados de políticos, académicos, etc, que solo buscan sus propios intereses personales y en un solo soplido me derribarán.
¿Qué negocio habría en este bajo, hoy cafetería, enfrente de la casa de Cervantes en 1615?. Esta pregunta también me ronronea en la cabeza mientras termino el desayuno. Volveré algún día, seguro. ¡Hay unas tostadas de tomate que tienen que estar …!
Recuperadas fuerzas, decido hacer el mismo recorrido desde esta casa hasta donde Cervantes está enterrado. Estos pocos pasos que voy a recorrer son los mismos que cuatro hermanos terciarios franciscanos dieron el 23 de abril de 1616 para trasladar el cuerpo amortajado con el sayal de san Francisco, y entregarlo para su sepultura a las monjas trinitarias. En la calle de León vuelvo sobre mis pasos, hacia la calle de Atocha, y giro en la primera calle a la izquierda. Estoy en la calle Lope de Vega. Qué ironía que esta calle, donde está enterrado Cervantes, lleve el nombre de uno de los más grandes autores del Siglo de Oro español y enemigo, como escritor y personalmente, de Cervantes.

Calle Lope de Vega
Es fácil reconocer ya, en la acera de la derecha, la fachada del convento de las Trinitarias Descalzas. Llegando a ella, a la izquierda, otra placa nos recuerda que en esa casa vivió entre 1620 y 1634 otro gran escritor español, Francisco de Quevedo. Es el principio de la calle que lleva su nombre, calle de Quevedo. Frente a esta casa nos encontramos con la entrada al convento. Está cerrado al público, solo abre para celebraciones religiosas.

Otra placa, situada en su fachada nos sitúa y recuerda que estamos en el lugar donde reposan los restos de Cervantes. La placa dice así:
A
MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA
QUE POR SU ULTIMA VOLUNTAD YACE
EN ESTE CONVENTO DE LA ORDEN TRINITARIA
A LA CUAL DEBIO PRINCIPALMENTE SU RESCATE
Durante este año, por fin, se ha comenzado a buscar entre los muros y el suelo del convento sus restos, ya que estos nunca han estado localizados en él. Por la misma indiferencia política y cultural, que denunciaba en la casa de Cervantes, impedimentos oficiales o religiosos, etc., el caso es que sabemos que se enterró entre estos muros pero no se sabe con certeza el lugar exacto. Y lo van a encontrar, no me cabe la menor duda, pues la literatura española no puede tener perdidos entre unas losas o paredes a su autor más importante. Si el Manco de Lepanto está, el profesor Etxeberría, ayudado por un gran equipo con medios electrónicos de nueva generación nos lo va a encontrar. Y digo bien, nos lo va a encontrar, pues Cervantes es de todos.
Anoto el horario de misas, para en mi próxima visita a Madrid tratar de asistir a una de ellas. Y para que cualquier visitante de Madrid pueda también hacerlo y sentirse cerca del autor delQuijote, así dice la nota en la puerta:
HORARIO DE MISAS
DIAS LABORABLES A LAS 9:30 DE LA MAÑANA
FESTIVOS A LAS 10 Y A LAS 12 DE LA MAÑANA
SABADOS Y VISPERAS A LAS 7:30 DE LA TARDE
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Luis Miguel Román Alhambra
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