Archivo mensual: enero 2020

El hilo de hilvanar de Cervantes

Busco en el diccionario de la RAE el significado de la palabra “hilvanar” y reconozco que las tres acepciones que encuentro, de una manera o de otra, vienen como de molde para este artículo:

  1. Unir con hilvanes lo que se ha de coser después.
  2. Dicho de una persona que habla o escribe: Enlazar o coordinar ideas, frases o palabras.
  3. coloq. Trazar, proyectar o preparar algo con precipitación.

El primer Quijote, el de 1605, así lo aseguran hoy la mayoría de filólogos cervantistas, el resto de cervantistas y quijotistas, fuera estructurado por Cervantes como un libro de caballerías empleando otras obras menores, novelitas y cuentos, que ya tenía escritas y dormían en algún rincón de su escritorio, haciendo con ellas un reciclaje literario en toda regla. Si esto fue así, a mí no me cabe la menor de las dudas, Cervantes ingeniosamente las cose utilizando como aguja la conducta de los protagonistas principales, don Quijote y Sancho, y con el hilo de hilvanar las enmarca en un espacio-tiempo actualizado para todas ellas, verosímil y creíble en su conjunto por el lector, el lector de principios del siglo XVII, que era para quien iba dirigida la obra y que, con su compra, le daría de comer a toda su familia, al menos un tiempo, así como algo de fama, de la que era propietario casi en su totalidad su “amigo” Lope.

La relación espacio-tiempo facilita al lector la comprensión de la conducta de los protagonistas y la adapta a la morfología de los caminos y parajes, justificando así la naturaleza de los desplazamientos entre las aventuras. El espacio físico principal elegido por Cervantes, especialmente en el primer Quijote, son los caminos, los parajes junto a ellos y las ventas, donde se desarrollaba el mayor flujo de movilidad, adaptando el texto al ritmo normal de la vida en ellos. Caminan por ellos y descansan junto a ellos o en las ventas, como hacen el resto de personajes secundarios, como los pastores, arrieros, viajeros, comerciantes, funcionarios, prostitutas y capadores de cerdos. Todos los personajes siguen las pautas normales de comportamiento con la diferencia del tipo de actividad que desarrollan y de la edad.

En el intento de ralentizar el tiempo de viaje y favorecer nuevos encuentros, no necesariamente de frente en los caminos, con personajes que hagan de prólogo a nuevas aventuras, Cervantes escoge a un viejo hidalgo y lo sube a horcajadas sobre un no menos viejo e inválido caballo. De esta forma tan ingeniosa adapta a su antojo el espacio y el tiempo de viaje de caballero y escudero a cada una de las aventuras, historias o cuentos que desea incluir en el texto.

Estas obras están adaptadas e hilvanadas tan sutilmente entre ellas que incluso suprimiendo alguna del texto la historia del viejo hidalgo manchego, metido a valiente caballero andante, no resultaría afectada en lo más mínimo. La intención de Cervantes, presionado o no por el librero Robles, fue la de mandar a la imprenta el mayor número de pliegos, “… tasaron cada pliego del dicho libro a tres maravedís y medio, el cual tiene ochenta y tres pliegos, que al dicho precio monta el dicho libro docientos y noventa maravedís y medio, en que se ha de vender en papel” (Tasa, 1Q), a más pliegos impresos más dinero para el bolsillo, sencillo de entender.

Esta forma de componer el Quijote es reconocida por Cervantes como “una tela de varios y hermosos lazos tejida, que después de acabada, tal perfección y hermosura muestre, que consiga el fin mejor que se pretende en los escritos, que es enseñar y deleitar juntamente, como ya tengo dicho” (I, 47), aunque su costura le provocó algún desliz con el hilo de hilvanar usado, su percepción del espacio y el tiempo, que incluso tuvieron que tratar de resolver los impresores en posteriores ediciones, cortando y volviendo a coser el texto, con mejor o peor fortuna, como la más que famosa y manida  pérdida del borrico de Sancho Panza.

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Uno de esos “hermosos lazos” lo podemos leer en el capítulo 31 del segundo Quijote, donde Cervantes intercala un cuentecillo en boca de Sancho, con visos de historia real, al inicio de la comida con la que fueron recibidos amo y escudero en el palacio de los duques, a cuenta del protocolo exigido por el duque a don Quijote para sentarse a la mesa: “Si sus mercedes me dan licencia, les contaré un cuento que pasó en mi pueblo acerca desto de los asientos”. Con la debida incertidumbre en don Quijote por lo que Sancho pudiera decir y cómo lo iba a decir, ante la insistencia de la duquesa, Sancho Panza así lo cuenta:

               Y el cuento que quiero decir es este: convidó un hidalgo de mi pueblo, muy rico y principal, (… a) un labrador pobre, pero honrado… Y así, digo que llegando el tal labrador a casa del dicho hidalgo convidador,… estando, como he dicho, los dos para sentarse a la mesa, el labrador porfiaba con el hidalgo que tomase la cabecera de la mesa, y el hidalgo porfiaba también que el labrador la tomase, porque en su casa se había de hacer lo que él mandase; pero el labrador, que presumía de cortés y bien criado, jamás quiso, hasta que el hidalgo, mohíno, poniéndole ambas manos sobre los hombros le hizo sentar por fuerza, diciéndole: Sentaos, majagranzas; que adonde quiera que yo me siente será vuestra cabecera. Y este es el cuento, y en verdad que creo que no ha sido aquí traído fuera de propósito.

Este es el cuento y su enseñanza final, al hilo de lo que sucedía allí mismo entre el duque y don Quijote: “Sentaos, majagranzas; que adonde quiera que yo me siente será vuestra cabecera”, que al oírlo puso colorado al mismísimo don Quijote. Sin embargo, para dar verosimilitud a lo contado por Sancho, Cervantes pone identidad concreta al hidalgo. Realmente el cuento comienza así:

Y el cuento que quiero decir es este: convidó un hidalgo de mi pueblo, muy rico y principal, porque venía de los Álamos de Medina del Campo, que casó con doña Mencía de Quiñones, que fue hija de don Alonso de Marañón, caballero del hábito de Santiago, que se ahogó en la Herradura, por quien hubo aquella pendencia años ha en nuestro lugar, que, a lo que entiendo, mi señor don Quijote se halló en ella, de donde salió herido Tomasillo el Travieso, el hijo de Balbastro el herrero… ¿No es verdad todo esto, señor nuestro amo? Dígalo, por su vida, por que estos señores no me tengan por algún hablador mentiroso.

Según Sancho, sin desmentirlo don Quijote, el hidalgo convidador era yerno de un caballero del mismo lugar de ambos, don Alonso de Marañón. Su hija Mencía tuvo más de un pretendiente, “por quien hubo aquella pendencia” y que como aseguraba Sancho, “mi señor don Quijote se halló en ella”, confirmado por don Quijote con un categórico: “Tú das tantos testigos, Sancho, y tantas señas, que no puedo dejar de decir que debes de decir verdad”. “Tantas señas” da de él porque “… este tal hidalgo, que yo conozco como a mis manos, porque no hay de mi casa a la suya un tiro de ballesta…”. Sancho demuestra incluso su pesadumbre por no poder asistir a su entierro por encontrase echando algún jornal en el cercano lugar de Tembleque, “que buen poso haya su ánima, que ya es muerto, y por más señas dicen que hizo una muerte de un ángel, que yo no me hallé presente, que había ido por aquel tiempo a segar a Tembleque…”.

¿Por qué estaba Sancho, un pobre jornalero, segando en Tembleque? ¿Por qué no lo hacía en su pueblo, como sería lo lógico? Este hilván cervantino es ciertamente interesante para poder concretar el espacio físico en el que se movían de ordinario nuestros protagonistas.

Tembleque es un lugar de aquella Mancha sanjuanista que delimita parte de la comarca manchega cervantina, donde vivían los protagonistas de la novela. Esta comarca estaba limitada por los bordes de los términos municipales nombrados explícitamente por Cervantes, y que tienen relación directa, física y humana, con don Quijote y Sancho, de Tembleque, Quintanar de la Orden, Argamasilla de Alba y el actual de Puerto Lápice, antes de segregarse de Herencia, “… y que en el término de ella está una venta que se dice de Puerto Lápice…” (Relaciones Topográficas de Herencia, 1575) Dentro de los límites de esta comarca, cerca de El Toboso y aún más cerca de la villa molinera de Campo de Criptana, está el lugar de don Quijote, Sancho, don Alonso de Marañón y su yerno, el hidalgo convidador del cuento.

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La interacción entre espacios físicos y humanos cercanos, en cualquier sociedad y tiempo, es fácil de entender. Una de las condiciones para que exista movilidad de personas, en este caso un flujo de personas en busca de trabajo, entre lugares más o menos cercanos es que entre ellos exista complementariedad: una oferta o exceso de recursos en uno y una demanda de ellos en el otro. Esta complementariedad está condicionada inversamente por la distancia y el tiempo de viaje entre ambos lugares, a más distancia menos flujo de personas hay. En la sociedad actual, gracias a los avances tecnológicos en materia de movilidad, los viajes o desplazamientos de todo tipo tienden a cuantificarse más por el tiempo de duración que por la distancia recorrida. En la época en la que se escribe el Quijote la distancia entre lugares era medida en leguas o en horas indiferentemente, porque tenían estas magnitudes un valor espacial igual: una legua de camino se recorría en una hora en caminos llanos, sin dificultad, tanto al paso de una caballería como andando.

Desplazarse a segar entre lugares cerealistas más o menos limítrofes, como eran todos los que integraban esta parte de la Mancha, era como consecuencia directa de la falta de cosecha en el propio lugar. En aquella época, y en particular en esta parte de Castilla, las cosechas de cereal estaban sujetas a las condiciones del suelo y del clima, especialmente la lluvia, y por las plagas de langosta que podían asolar cosechas enteras en un radio que podía llegar a varios términos municipales limítrofes:

Es tierra abundosa de pan si llueve mucho porque es tierra recia… (Relaciones Topográficas de Campo de Criptana, 1575)

En el año de mil quinientos cuarenta y siete, vino a esta villa mucha cantidad de langosta de vuelo en el mes de mayo y junio cuando los panes estaban a medio granar, y vino tanta cantidad de ella que destruyó todos los panes… (Relaciones Topográficas de Socuéllamos, 1575)

Carta de Libramiento de 11.000 maravedis de los Propios de Alcázar dada a Juan Pérez Pamarejo, escribano de S.M para el testimonio de la plaga de langosta. (Autos de Gobierno del Ayto. de Alcázar, 1582)

Sancho, para poder alimentar a su familia tiene que desplazarse en verano a segar cereal al lugar vecino de Tembleque, por las condiciones meteorológicas adversas de ese año o por haber padecido una de las temibles y devastadoras plagas de langosta su pueblo. Y lo hace lo más cerca posible de su casa donde la cosecha se había salvado y había oferta de jornales. Tembleque era esencialmente un pueblo cerealista, como lo definen en las Relaciones Topográficas sus vecinos en 1575:

Al veinte y seis capítulos se responde que los vecinos de esta villa la mayor parte de ellos son labradores y lo que más y mejor se coge es pan y vino y hay pocos ganados y son de lana por causa de la tierra rasa y de labor, que se cogerán de los diezmos de pan un año con otro doce mil fanegas de pan y cuatro o cinco mil arrobas de vino, poco más o menos siendo la cosecha de pan y vino razonable.

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El concepto de cercanía o proximidad entre el lugar de Sancho y Tembleque es evidente, aunque siempre subjetivo. Es el lugar más cercano con cosecha ese año, pero a una distancia que le impide asistir al sepelio de uno de sus vecinos más conocidos, “…que yo conozco como a mis manos, porque no hay de mi casa a la suya un tiro de ballesta…”, como era el hidalgo convidador del cuento.

Entre Alcázar de San Juan y Tembleque hay unos 50 km, aproximadamente 8 leguas, por camino llano manchego. Esta distancia la recorrería Sancho sobre su rucio o a pie en unas 8 horas, una jornada normal de camino. Espacio más que cercano para decidir dejar a su familia e irse a trabajar unos días en la siega, pero lo suficientemente lejano como para impedirle volver para el entierro de su vecino, pues perdería dos o tres jornadas de siega. Concepto espacial de espacio-tiempo y flujos de personas del siglo XVII, muy distinto al actual en el que 100 km entre lugares se pueden recorrer en un vehículo en una hora aproximadamente.

En este cuento Cervantes cose otro “hermoso lazo” sin venir a cuento. Un hecho histórico muy conocido en aquella época en toda España, que incluso se recuerda en nuestros días en la costa granadina, como es el desastre naval de la Armada Española en la ensenada de La Herradura, término municipal de Almuñécar (Granada), en el que muere ahogado el suegro del hidalgo convidador, don Alonso de Marañón. Este triste episodio de la historia naval española se produce el 19 de octubre de 1562.

Tanto Carlos I como después su hijo Felipe II heredan una Marina militar instaurada en España durante el reinado de Fernando III el Santo y legislada en el Código de las Partidas por su hijo Alfonso X el Sabio en el siglo XIII. La escolta por el Atlántico de galeones que transportaban desde América oro y plata, las intrigas de franceses e ingleses y el poder de la flota turca, que amenazaba constantemente las costas del Mediterráneo con una invasión en cualquier parte, hizo que en el siglo XVI la Marina de Guerra española tuviese un gran auge. La incertidumbre constante en el Mediterráneo obligó a la Corona a dotar a este espacio de un gran número de embarcaciones de guerra a la Armada Española.

Las malas condiciones del mar son factores determinantes que condicionan la navegación, más en aquellas embarcaciones que incluso las podían hacer naufragar, especialmente en invierno donde si las circunstancias lo permitían lo pasaban amarradas a puerto seguro. El 19 de octubre de 1562, la escuadra de 28 galeras capitaneada por don Juan de Mendoza, después de aprovisionarse en el puerto de Málaga, la lluvia y un fuerte viento del Sur que después rola a Levante obliga a la escuadra a refugiarse en la bahía de La Herradura, detrás de la Punta de la Mona. Pero pocas horas después, de nuevo, un fuerte viento del Sur, sin tiempo de levar anclas para tratar de cambiar su posición, empuja sin control a las galeras entre ellas y contra las cercanas rocas.

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De la galera Capitana de España, al mando del propio don Juan de Mendoza, solo se salvaron cinco personas de más de cuatrocientas que iban a bordo. Don Juan de Mendoza también murió ahogado después de golpearle uno de los palos de las velas y ser arrastrado al mar. En tres trágicas horas, de las 28 galeras de la escuadra española quedaron a flote solo 3. Las pérdidas humanas fueron enormes, algunos investigadores llegan a cifrarlas en 5.000, entre soldados, marineros, galeotes y personal civil. Uno de los ahogados aquel día fue el vecino de don Quijote y Sancho, el caballero don Alonso de Marañón.

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Para dimensionar la magnitud del desastre naval de La Herradura, basta recordar que el comienzo del epílogo de la Gran Armada, conocida ordinariamente como La Invencible, fue a causa de sufrir durante más de un mes terribles tormentas frente a las costas de Irlanda, en septiembre de 1588, y que se llevó al fondo del mar 28 embarcaciones, entre de guerra y cargueros, y varios de miles de personas, de un total de 34 o 35 buques perdidos  durante toda la campaña contra los ingleses. Una tragedia similar en pérdidas humanas y materiales, pero en La Herradura en solo tres horas.

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Aunque el desastre, en primer momento, se trató de silenciar para evitar un ataque turco, una vez recompuesta la flota española y derrotada la del imperio otomano en Lepanto, en 1571, fueron constantes las informaciones sobre esta gran tragedia en la ensenada de La Herradura. Aunque también pudo Cervantes haberla conocido de primera mano por los mismos vecinos de Motril, Salobreña y Almuñécar, que acudieron a ayudar a los heridos y sobrevivientes ese mismo día. Joaquín Pérez Prados, en Motril en la literatura, editado por la Asociación Francisco Javier de Burgos, recoge como llegó Cervantes a Motril, ejerciendo de funcionario recaudador de impuestos atrasados en 1594, “al menos en un par de ocasiones”, como lo demuestran los documentos encontrados por Manuel Rodríguez Martín en los archivos de la ciudad. Pérez Prados recuerda también que “Don Miguel no sólo tuvo presencia física y recaudatoria en nuestro litoral granadino; también literaria: Pues sabido es que la celebrada villa de La Herradura está presente en El Quijote”.

Las relaciones nominales de los hombres y mujeres que iban a bordo de las galeras se perdieron en el naufragio y después en los Archivos de la Alhambra y Valencia de don Juan, hacia donde se llevaron todos los encontrados en la arena de la playa. Se conoce el número de soldados, marineros y remeros que integraban cada galera, pero no sus nombres. Es evidente que si se llegara a encontrar el nombre de Alonso de Marañón entre ellos y su vinculación con la villa de Alcázar de Consuegra la hipótesis geográfica que mantengo de ser el lugar de don Quijote quedaría apoyada además por un dato histórico aportado por Cervantes en este cuento. Es un “hermoso lazo” que de no haberlo hilvanado en el texto el cuento seguiría siendo el mismo, pero es intención de Cervantes, sin lugar a dudas, para aportar credibilidad a lo contado por Sancho, y al Quijote, más a principios del siglo XVII en el que este naufragio estaba aún muy fresco en el recuerdo de sus lectores, como el de la Gran Armada en las costas irlandesas.

En el Archivo Histórico Municipal de Alcázar de San Juan (AHMASJ) aparece el nombre de Alonso de Marañón en diversos documentos, aunque en fechas muy posteriores al desastre de La Herradura. En los Autos de Gobierno del Ayuntamiento de Alcázar de San Juan, el 3 de agosto de 1679 aparece la “Memoria de lo que Alonso de Marañón y Pedro Villagarcía han pagado para sacar de la cárcel a Manuel Ruiz”, y en la relación de Bienes de Legos y Seglares realizada en 1753 para dar respuestas al Catastro mandado hacer por el Marqués de la Ensenada, constan los bienes del hidalgo alcazareño D.n Alonso Marañón.

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Los bienes que se declaran en esta relación son más bien escasos, en comparación con otros hidalgos alcazareños. Don Alonso Marañón era propietario de tres tierras de secano, una viña y un olivar, dos mulas de labor y un ganado de 130 ovejas.

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Era muy común en el siglo XVI-XVII tomar como apellido el lugar de procedencia o el topónimo de las propiedades de la familia. En el término municipal de Alcázar de San Juan existe el topónimo de Marañón para referirse a una parte de su término situado al Sur del núcleo urbano, que llegó a tener un pequeño núcleo de casas quinterías donde vivían varias familias de agricultores. Con la construcción del ferrocarril a Andalucía, el trazado de las vías atravesaba este paraje y un apeadero tomó también el nombre de Marañón. Este hidalgo don Alonso [de] Marañón no tenía sus tierras en este paraje sino en los conocidos como Los Arenales, Los Anchos y en el camino de Murcia.

¿Son estos vecinos alcazareños descendientes directos de don Alonso de Marañón, el suegro del convidador en el cuento de Sancho Panza?

Bibliografía consultada:

-Calero Palacios, María del Carmen. Naufragio de la Armada Española en La Herradura. Diputación de Granada. Granada 1974.

-Casado Soto, José Luis. La construcción naval atlántica española del siglo XVI y la Armada de 1588. La Gran Armada. Cuadernos Monográficos del Instituto de Historia y Cultura Naval-Nº 3. Madrid 1989.

                                                                    Luis Miguel Román Alhambra

Publicado en Alcázar Lugar de don Quijote https://alcazarlugardedonquijote.wordpress.com/2020/01/28/el-hilo-de-hilvanar-de-cervantes/

 

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¡Atención a los usuarios del ferrocarril en Alcázar de San Juan!

¡¡Atención!! ¡Comunicación importante para los usuarios del ferrocarril, habrá incidencias en los servicios ferroviarios entre los días 25 al 29 de enero por OBRAS DE MEJORA EN LA INFRAESTRUCTURA DE LA ESTACIÓN DE ALCÁZAR DE SAN JUAN!

 

aviso Renfe

 

Más información en el teléfono 91 232 0320 y en la web de Renfe:  http://www.renfe.com/empresa/comunicacion/incidencias.html

 

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Cuarenta Quisicosas quijotescas de la Sociedad Cervantina de Alcázar

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Las Quisicosas, una colección de artículos breves sobre detalles del Quijote que suelen pasar desapercibidos para el lector común pero que ayudan a entender no sólo algunos episodios de la obra y la relación amo-escudero, sino la idiosincrasia de su Autor, y también cómo funcionaba el negocio editorial en aquella época 

Alcázar de San Juan, 20-01-2020.- Desde hace un par de años, la Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan (SCA) viene poniendo en marcha iniciativas que fomenten la curiosidad sobre el Quijote en nuevos lectores.

El primer producto fue un Quijote adaptado (no resumido) profusamente ilustrado y con un vocabulario y sintaxis inteligibles para el lector de nuestros tiempos. Posteriormente, ese Quijote ha sido maquetado para su difusión por INSTAGRAM en digeribles dosis de dos páginas diarias.

Desde hace unas semanas, la web de la SCA ofrece Los refranes del Quijote, la versión digital y maquetada de forma atractiva de un curioso librito publicado en Barcelona hace unos 150 años por Josep Coll y Vehí. Todas estas iniciativas vienen disfrutando de buena acogida (QUIJOTEGRAM cuenta con mil seguidores), lo que parece hacer buena la idea básica: fomentar la curiosidad en vez de rasgarse las vestiduras lamentando el desinterés.

Ahora la SCA ha decidido presentar en sociedad un producto de lo más singular: las Quisicosas del Quijote, una colección de artículos breves sobre detalles del Quijote que suelen pasar desapercibidos para el lector común pero que ayudan a entender no sólo algunos episodios de la obra y la relación amo-escudero, sino la idiosincrasia de su Autor, y también cómo funcionaba el negocio editorial en aquella época. Por supuesto, también se afloran descalabros en el fluir del relato, porque en el Quijote, como obra humana, no todo son perfecciones y no todas las que se observan pueden achacarse al impresor.

Las Quisicosas están abiertas a cualquier Socio de la SCA, redactadas con la colaboración y supervisión de El Veedor de las Quisicosas, que no es otro que Enrique Suárez Figaredo, nuestro Socio de Honor, experto en los Quijotes, el cervantino y el de Avellaneda. Como cabía esperar, muchas de las Quisicosas han sido aportadas por él, pero las mejores han sido resultado de discusión (a veces intensa, siempre útil para ambos) entre el Proponente y el Veedor, porque entender a Cervantes tiene su qué y nadie puede presumir de haber nacido enseñado.

Todas estas iniciativas son accesibles gratuitamente en la web de la SCA:  cervantesalcazar.com.

No se trata de la consabida cantinela “No sabes lo que te estás perdiendo”, sino “Mira lo que te estás perdiendo”.

Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan

cervantesalcazar.com

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José Manuel Zarco Tejada, presenta su libro “El fútbol en Córdoba y provincia desde sus orígenes hasta 1954”

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Alcázar de San Juan, 16-01-20.- Ayer por la tarde tuvo lugar en el Museo Municipal de Alcázar de San Juan la presentación del libro “El fútbol en Córdoba y provincia desde sus orígenes hasta 1954”, que recopila en tres tomos un exhaustivo trabajo de investigación del aficionado cordobesista y oftalmólogo José Manuel Zarco Tejada

La labor de investigación se inició en el verano de 2011 y se ha prolongado durante siete largos años, concretamente hasta noviembre de 2018, en que quedó concluida la obra. La edición de la misma ha correspondido a la editorial madrileña Alfasur. En ella se recoge toda la vida del fútbol cordobés desde sus inicios en 1908 hasta 1954, año en el que se funda el actual Córdoba Club de Fútbol.

La redacción de este libro obedece al expreso deseo del recordado periodista Ignacio Cid Luque,  que fuera jefe de la redacción de Deportes de los diarios “La Voz de Córdoba” y “Córdoba” durante los años ochenta, cuando el autor era colaborador deportivo mientras estudiaba la licenciatura de Medicina en la Universidad de Córdoba.

Como homenaje a la Mancha, tierra en la que se ha escrito íntegramente el libro, la portada y contraportada de los tres tomos incluyen una fotografía de las botas del recordado futbolista alcazareño Justo López Parra Jaro. Con ellas se enfrentó varias veces al Real Club Deportivo Córdoba en el antiguo Estadio del Arcángel cuando militaba en la Agrupación Deportiva Plus Ultra de Madrid.

José Manuel Zarco Tejada (Córdoba, 1966) es desde hace muchos años socio del Córdoba Club de Fútbol. En la actualidad es médico oftalmólogo del Hospital General La Mancha Centro de Alcázar de San Juan, localidad en la que reside desde 1997. Es además un miembro destacado de la Sociedad Cervantina de Alcázar. Con la publicación de esta obra, el autor ve cumplido uno de los sueños de su vida.

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Exposición Santiago Garci

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Gran exposición del internacionalmente conocido pintor Santiago Garci en el Hotel Miguel Ángel, Madrid. Inauguración el día 3 de enero a las 19:00 horas. Comisario: Mariano Garcia Gonzalez

Uno  cuando le conoce a través de su obra  ya es capaz de imaginar que detrás de esas pinceladas se esconde un gran artista. Pero cuando lo ve subido a una escalera  montando la exposición se percata de la dimensión humana .  Y no puede ser de otra manera, el hombre – artista nacido en  Pedro Muñoz (Ciudad Real) aúna su excelente cualidad artística con una inmensa calidad humana.
Algo necesario para inventar la tendencia pictórica del Emotivismo.
Poco imaginaba este  artista manchego admirador de Leonardo Da Vinci  a sus 19 años cuando comenzó a pintar lo que acabaría consiguiendo. Que esa necesidad de expresar sentimientos en el lienzo, esa salida de emociones a través de los colores, le llevaría a exponer en más de 80 galerías españolas y ferias internacionales de arte contemporáneo por los cinco continentes.
Y fue ese proceso autodidacta  de evolución cargado de investigación y trabajo lo que le llevó a definir esta tendencia pictórica, el Emotivismo. En ella la obra no refleja un objeto concreto, solo manifiesta ciertos sentimientos. La función del artista es expresar emociones o persuadir a los demás para que sientan lo mismo. No se admiten los criterios racionales.
La energía permite al artista trasmitir con claridad lo que uno desea. Y a través del color  se presenta la belleza de la vida. Utilizando la  luz  uno es capaz de mirarse a los ojos  frente a frente. Un efecto conseguido  con algunos claroscuros del lienzo. Soporte fundamental para expresar lo que la inspiración le hace sentir.
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Temas recurrentes el de la naturaleza y la vida («el campo es vida») contrastan con otro entorno muy diferente, el urbano a través de las calles de Nueva York.
En resumen una oportunidad única la que se nos brinda a los amantes del arte para conocer la obra de este gran artista a través de la exposición del Hotel Miguel Ángel de Madrid.
Una muestra cargada, como  define el propio artista, de «trabajo, mucho trabajo, ímpetu y humildad».
Rafa Navarro

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La Mancha vista por Esquivel (II)

puente de san benito

En verano inicié mi viaje por la Mancha siguiendo los pasos del Maestro Esquivel desde la ermita de Santa Ana, en el término cervantino de El Toboso. La siguiente anotación, en el folio 211, corresponde a la realizada por Esquivel desde “una puente questa en Zangara questa del campo de critana del m. al or. 31 gr. le. 1¼.”. Este puente en el río Záncara, en el término municipal de Campo de Criptana, es el conocido desde antiguo como la puente de San Benito.

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Hoy no subo a un cerro o un altillo sino que contemplaré la imagen de la  Mancha que vio Esquivel desde “una puente”. Hoy puede parecer extraño poner el artículo femenino a “puente”, pero en el siglo XVI así se definía, e incluso se ha usado este topónimo en mapas hasta casi nuestros días. Cervantes en el Quijote también así lo escribe, como por ejemplo:

Y este Diego García de Paredes fue un principal caballero, natural de la ciudad de Trujillo en Estremadura, valentísimo soldado, y de tantas fuerzas naturales que detenía con un dedo una rueda de molino en la mitad de su furia, y puesto con un montante en la entrada de una puente, detuvo a todo un innumerable ejército que no pasase por ella (I, 34)

Porque querer dar a entender a nadie que Amadís no fue en el mundo, ni todos los otros caballeros aventureros de que están colmadas las historias, será querer persuadir que el Sol no alumbra ni el yelo enfría ni la tierra sustenta; porque ¿qué ingenio puede haber en el mundo que pueda persuadir a otro que no fue verdad lo de la infanta Floripes y Guy de Borgoña, y lo de Fierabrás con la puente de Mantible, que sucedió en el tiempo de Carlomagno, que voto a tal que es tanta verdad como es ahora de día? (I, 49)

minuta del puente

campo de criptana

A este puente llego dejando atrás la villa, cervantina y molinera, de Campo de Criptana siguiendo el antiguo Camino de Campo de Criptana a Argamasilla de Alba o Lugar Nuevo, aunque una vez atravesado se podía continuar también hacia Cervera, hoy Alameda de Cervera, y a Socuéllamos. Se aprecian bien los molinos de su sierra, solo unos pocos de los más de treinta que tenía en sus cerros cuando Cervantes se fijó en ellos para enmarcar la famosa batalla de don Quijote contra uno de ellos.

puente de san benito 2

Hoy el camino asfaltado no pasa por encima del antiguo puente sino que lo hace  por una variante para preservarlo del excesivo peso de camiones y remolques agrícolas, aunque el deterioro de parte del puente y sus barandillas es más que evidente. Parte de la barandilla de forja ha desaparecido ya y algunas de las piedras de los arcos están a punto de caerse junto con el arco entero si no lo remedia nadie. ¿De quién es la responsabilidad sobre este antiquísimo puente? Lo que sí es incuestionable es su dejadez. La ermita de Santa Ana casi ha desaparecido, ¿pasará lo mismo con estas centenarias piedras labradas magistralmente por canteros manchegos? Hoy no es un paso importante, pero si lo es su historia y su forma, parte de la morfología de este paisaje que se debe de conservar para disfrute de generaciones venideras.

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Este puente de ocho ojos, de origen romano, ha sido muy utilizado hasta el siglo XX. En tiempos del Maestro Esquivel, y de Cervantes, formaba parte de una de las variantes del Camino de Toledo a Murcia o Camino de la Seda. Muy destacado su uso en el siglo XVI, es nombrado en las contestaciones que Campo de Criptana hace en sus Relaciones Topográficas mandadas hacer por el rey Felipe II, siendo un punto estratégico en las comunicaciones por esta parte de la Mancha. En aquel año de 1575 “la puente” estaba en reparación. Esquivel estuvo sobre “la puente” veinte años antes, en 1555:

Hay una puente en este río de Záncara a una legua de esta villa; está por acabar, hízola esta villa. Que vienen en tiempo que corre el río, que vienen a pasar por ella los carreteros que vienen de los reinos de Murcia y Valencia a Toledo, y de Toledo a estos dos reinos…

Por el gran uso que se le daba a este paso privilegiado del río Záncara  entre norte y sur, este y oeste de la Mancha por carreteros y arrieros sus reparaciones fueron varias y costosas, especialmente para las arcas municipales, como así constan en los archivos de Campo de Criptana y en el Archivo Histórico Nacional. Debía de ser peligroso su paso que a finales del siglo XIX el ayuntamiento de Campo de Criptana decidió instalarle una robusta barandilla de hierro fundido que casi ha llegado integra hasta un siglo después.

campo de criptana desde puente

pedro muñoz

cervera

herencia

alcazar

Esta imagen hacia Alcázar de Consuegra, hoy Alcázar de San Juan, es muy interesante, porque aunque la distancia es de unos catorce kilómetros no se ve, ni en un día despejado como este frío día de primeros de enero. ¿Cómo pudo el Maestro Esquivel dirigir hacia allí sus instrumentos y anotar: “alcazar de consuegra del po. (poniente) al s. (septentrión o norte) 24 gr l. (leguas) 1⅔”. Solo con un guía local podía saber que detrás de ese cerro de San Antón  estaba Alcázar de Consuegra y hacia allí dirigió su mirilla. Como también la distancia, que era aproximada pues la forma que dispuso Esquivel para el trazado y dibujado de un lugar en su mapa fue por triangulación desde diversos puntos de observación. Sin embargo la medición del ángulo es muy precisa. Teniendo en cuenta la declinación variable del norte magnético con respecto al norte  geográfico en aquella época, unos 8-9 grados hacia el Este, podemos apreciar como máximo un error de 1 grado con respecto a la observación que anotó Esquivel. Sobre un Mapa Provincial de Ciudad Real del IGN medimos un ángulo de 23º del Oeste al Norte.

mapa declinacion

También hoy vemos cuatro molinos de viento que tampoco pudo verlos el Maestro Esquivel, ni Miguel de Cervantes, sencillamente porque en 1555 no existían. Alcázar de Consuegra pertenecía a la Orden de San Juan y su prior no autorizó la construcción dentro de sus límites hasta finales del siglo XVII. La explicación es fácil de entender, el prior de la orden era el propietario de los muy productivos molinos de agua que disponía en Ruidera y solo denegando la construcción de molinos de viento en su territorio obligaba a desplazarse, más de sesenta kilómetros, a los agricultores con su grano para moler. Cuando percibió que en la vecina villa de Campo de Criptana, de la Orden de Santiago, los mismos vecinos e instituciones religiosas de Alcázar, promovían la construcción de muchos molinos donde ir a moler su grano como también las villas sanjuanistas de Quero, Herencia, Villafranca, Camuñas, Villacañas o Tembleque, dio su consentimiento, al menos cobraría por las licencias de construcción y las moliendas. Este es el motivo por el que en Campo de Criptana se construyeran en la segunda mitad del siglo XVI tantos molinos de viento, muchos más de los necesarios para sus cosechas, y fueran vistos y escogidos como el escenario de la batalla de don Quijote con uno de ellos.

Pero sí vio Esquivel este mismo horizonte y la luz que hoy vemos desde “la puente de San Benito”. La morfología del paisaje ha cambiado, el plano es el mismo, pero los edificios y los usos del suelo han evolucionado por las necesidades de los agricultores y ganaderos. En lugar de chozos o apriscos vemos construcciones de obra acondicionadas para las nuevas tecnologías, y en lugar de monte cubierto de encinas, hoy vemos solo grandes parcelas dedicadas a diversos cultivos, no solo de cereales, al contar con profundos  pozos e instalaciones eficientes de riego.  Sin embargo, este antiguo recurso para vadear el Záncara sigue aquí, y tenemos la obligación de conservar e incluso, como he hecho yo, venir a observar desde aquí la imagen real, o encantada, de la Mancha, la misma que vio Esquivel y Cervantes. Un modesto recurso cultural y turístico, excelente como punto de observación del paisaje como ya lo anotó el Maestro Esquivel en mitad del siglo XVI.    

                                                                    Luis Miguel Román Alhambra

 

Publicado en Alcázar de San Juan Lugar de don Quijote

https://alcazarlugardedonquijote.wordpress.com/2020/01/09/la-mancha-vista-por-esquivel-ii/

 

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La Cofradía del Santo Entierro entrega su cesta de Navidad

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La Cofradía del Santo Entierro de Alcázar de San Juan, entregó el pasado viernes 3 de enero a las 18:00 h. la cesta de navidad a la papeleta  ganadora con el nº 8.154 que corresponde a Dña. Josefa Salido Molina.

También se entregaron un jamón y un estuche de vino a los poseedores de las papeletas anterior y posterior a la agraciada con el primer premio, que correspondieron a Dña. Mª Pilar Salido Molina y D. Marcos Sánchez-Cruzado Bellot.

Desde la Cofradía agradecen a todo el pueblo de Alcázar y comarca su participación, como a todos los comercios colaboradores de la localidad, al igual que al Excmo. Ayuntamiento.

Cofradía del Santo Entierro de Alcázar de San Juan

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La Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan también ofrece gratis en su web los refranes del Quijote

Portada Refranes Quijote.png

Se trata de una edición digital, maquetada de forma atractiva y útil, resultado del trabajo de dos catalanes en distintos siglos: José Coll y Vehí, su primer autor, y Enrique Suárez Figaredo, el moderno editor

Alcázar de San Juan, 05-01-2020.-  No todo el quijotismo está en la Mancha. Y esta vez no se trata de un refrán, sino de una palmaria realidad. El autor de esta obra fue el periodista catalán José Coll y Vehí, académico correspondiente de la Academia y numerario de la de Buenas Letras y Bellas Artes de Barcelona, y su libro fue publicado en 1874, y el editor actual es Enrique Suárez Figaredo, Socio de Honor de la Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan y ya sobradamente conocido por su entusiasmo editor de textos clásicos castellanos.

La recopilación de refranes que en su día hizo Coll y Vehí se ha maquetado hoy de la forma más atractiva posible para su lectura y consulta, y se ha puesto a disposición de los lectores e interesados en el mundo cervantista, en nuestra web y de forma gratuita: cervantesalcazar.com

Lo que contiene esta edición es un prólogo introductorio, un listado de los refranes del Quijote por orden alfabético y como cuerpo del texto un repaso a todos y cada uno de ellos acompañado de un breve texto aclaratorio. Finaliza con el listado de los contenidos en otras obras cervantinas, incuso los que aparecen en el Quijote de Avellaneda, que serán de sumo interés para el estudioso de la paremiología en la obra cervantina.

Esta Sociedad Cervantina tiene entre sus objetivos el de acercar los textos de Miguel de Cervantes a todos los lectores haciéndolo de forma amena. En este caso, a través de los refranes, que son compendios de imaginación y sabiduría, como magníficamente lo expresó el propio Coll y Vehí: “Sea el dicho de algún sabio…, o que la más vulgar experiencia lo hubiese sugerido y dictado, nada importa. Refranes hay…, y son los más, hijos… del sentido común y de la diaria experiencia, hijos de padres quizás ignorantes, porque no hay tonto rematado que en las cosas que al interés propio atañen no haya sido sabio alguna vez en su vida… Los refranes de las colecciones y diccionarios, no aceptados u olvidados del vulgo, son como… espadas encerradas en la vaina…. Un refrán muerto podrá ser, si me apuran, una gloria nacional digna de un soberbio mausoleo; mas no me lo llamen refrán desde el momento en que ya no pincha ni corta...”

Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan

 

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